En nuestro entorno citadino, se percibe un franco ambiente de desencanto, los motivos los conocemos la mayoría de las personas, y el resto, prefiere no pensar en lo que nos ha sucedido y continúa sucediendo, y nos deja con un estado de ánimo deprimido; y para nuestro infortunio, no se vislumbra a corto plazo una solución con suficiente alcance y efectividad para hacernos cambiar de opinión.
Toda energía negativa que fluye en el exterior, se filtra inevitablemente al interior, de ahí que, la familia siente y resiente el peso de su efecto nocivo; se podría pensar que nadie, que teniendo plena conciencia de lo que ocurre, ha salido bien librado, por eso basta con mirar los rostros de desesperanza en los jóvenes, los adultos y adultos mayores, para saber de lo que estamos hablando, pero como cita una frase de Albert Einstein “Sin crisis no hay desafíos, sin desafíos la vida es una rutina, una lenta agonía, sin crisis no hay méritos” de ahí que tenemos el gran reto de despertar a una realidad que nos exige ser más participativos en la solución de los problemas de nuestro país; un buen comienzo sería rescatar nuestra dignidad como seres humanos, para tener el valor de respetarnos y no vender nuestra voluntad al mejor postor, aduciendo que somos incapaces de promover los cambios necesarios para allegarnos bienestar.
Empecemos por cambiar nuestro estado de ánimo, recordando que la esperanza de ser mejores sólo depende de nosotros mismos, fortalezcamos los valores positivos en nuestra familia, en el trabajo, en las calles.
Busquemos juntos la solución de nuestra problemática común, incentivemos nuestro humanismo y solidaridad por un México mejor.
Correo electrónico:
enfoque_sbc@hotmail.com