Los problemas de las grandes urbes nos afectan en la medida que suceden dos cosas: hay apatía de la autoridad y/o a los ciudadanos no les importa una solución. Me explico:

Tenemos como casi en todo el mundo un grave conflicto con los desperdicios, la basura, y la forma en que se recolecta y distribuye hacia sitios donde es procesada y en algunos casos, aprovechada en porcentajes inimaginables.

Hay tipos de desperdicio que se reciclan y se utilizan para muchas cosas, y los orgánicos, en algún porcentaje también significativo, vuelven a la tierra y se convierten en algo así como abono, en temas que definitivamente los ecologistas deberán explicar de una mejor forma.

El caso es que tenemos problemas con la basura en Victoria, y ahí somos todos partícipes, por no decir culpables.

Primero, quien la genera: nosotros los que vivimos y no depositamos adecuadamente o a deshoras, propiciando que animales domésticos, por lo general, perros y gatos, destrocen las bolsas donde se contiene a ésta y se haga un tiradero impresionante en los puntos de recolección., todo eso lo propiciamos nosotros mismos, los que nos quejamos que la presidencia municipal no hace nada.

Olvidamos que somos más de 300 mil almas en la localidad, y que difícilmente podría haber un empleado detrás de cada quien para levantar lo que tiramos.

Dese una vuelta por cualquier vía donde circulan automovilistas, y tristemente verá que muchos bajan su ventana y tiran papeles y más, dejando un auténtico y literal cochinero que nadie recoge.

Hace mucho que no vemos a aquellos recolectores de basura, o los hay en menor escala, y pero no se dan abasto ante la indiferencia de los que tiramos la colilla del cigarro, el bote de Frutsi o alguna de esas cosas que vienen consumiendo nuestros familiares en el carro.

Y si alguien nos ve, retadoramente le enviamos una mirada de “qué te importa”, propiciando la violencia, de la que estamos ya bastante ocupados y queremos que también disminuya.

Todo eso que se tira va a las calles y a las coladeras, vías de desagüe de agua y que, cuando llueve, no tienen el desfogue de líquido suficiente y propician inundaciones mayores a las tradicionales. En otras palabras, nosotros mismos provocamos el que batallemos para circular bien cuando llueve.

Luego, el camión pasa a determinada hora y desde muy temprano sacamos las bolsas. Es tema difícil, porque a veces los camiones pasan más tarde de lo anunciado por razones de logística, y entonces, otro punto de infección, de proliferación de la llamada fauna nociva y propagación de ciertas enfermedades: dos puntos en contra de la ciudadanía.

Y la autoridad tiene algunos aspectos que debemos mejorar: quitaron las campanas para avisar cuando pasaban y pusieron música, que no funciona en muchos casos porque las bocinas, o se las robaron o se descompusieron. El asunto es que llega el camión y no supimos, por ende, no nos podemos arriesgar a tener almacén de basura en casa y la sacamos antes.

Como se puede entender, el problema es de la autoridad, de la ciudadanía y todos somos afectados si no se hace lo adecuado.

Tiempo es de tomar cartas en el asunto y enfrentar esta problemática que será mayúscula cuando entre en vigor la prohibición de bolsas de plástico para el comercio, ya que son éstas los elementos que utilizamos para tirar desperdicios. Pero eso es otra canción, dirían en el rancho.

Como vemos, no es fácil, pero hay que enfrentarlo nos guste o no, porque los aspectos que dañan crecen, y los más perjudicados somos los que circulamos por calles anegadas de desperdicios, inundadas por taponamientos provocados por la basura.

Pero Xico solo no va a poder: necesitamos ayudarle: exigirle y ayudarle, y en una acción conjunta lograr tener una ciudad limpia… como antaño.

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