Así se les llamaba antaño. Eran los que se seleccionaban para determinado puesto de elección popular. El más famoso era, sin duda alguna, el “tapado” para la presidencia de la República, que por lo general se refería al individuo que a través del partido en el poder -PRI- era palomeado como “el bueno” para suceder al actual presidente.
Había ciertos “códigos” para elegirlos, y entre ellos, se generalizó el aspecto de que por lo general se elegía al secretario de Gobernación, y prácticamente preparaba sus planes de gobierno.
No había vuelta de hoja: el tapado era el bueno, el elegido y el próximo mandatario. Lo mismo sucedía en los estados, donde se elegía a alguien mediante “democrática decisión” del presidente de la República, quien decidía quién era el que gobernaría el estado de referencia.
Y así, bajaba la costumbre, y el gobernador escogía -como hoy- a los que serían alcaldes, para darles todo el apoyo que se manifestaba con todo tipo de recursos.
Era la política a la antigua, que realmente no ha cambiado mucho.
El asunto es que los partidos políticos en la entidad están ya trabajando sus listas y miembros para dar a conocer quienes se jugarán las curules de las próximas elecciones, y se manejan todo tipo de rumores, chismes, nombre y tips que hemos escuchado por aquí o por allá. Todo se vale, en aras de salir “ganón”.
Ya vemos todos los días en redes sociales que el PAN, el PRI, Morena, PRD y más institutos están destapando a tal o cual persona, y le atribuyen por lo general muchas más virtudes que las reales.
Como el caso de manejar en una persona de solamente 21 años de edad una gran experiencia como política: nada más inverosímil que esa aseveración: podría ser la mejor, la más inteligente, la más carismática, la más idónea, pero… ¿La de más experiencia?
Se olvidaron de que la experiencia sin años no es tal, y 21 añitos de vida no constituyen una experiencia política, considerando que se tiene vida activa política a partir de los 18.
Pero todos tienen sus equipos de trabajo y sueños, su corazoncito, como dicen otros, y todos buscan llegar a ser nominados, para luego jugarse el cargo en una elección que se antoja mucho más reñida que las intermedias anteriores por el panorama que se vislumbra en muchos estados donde Morena hizo pedazos las cuentas y ganó estrepitosamente.
Es entonces que se espera, por una parte, que cada partido tenga a sus mejores elementos y juegue con sus mejores estrategias.
El panorama es poco claro: tenemos un partido que ha jugado por décadas y ganado y hoy está en la lona, destrozado sobre todo por el desencanto social y la corrupción; luego, el actual partido en el poder, del que hay opiniones positivas y adversas, al igual que el PRD, Morena y los demás institutos de la política que jugarán su manutención para tres años más en estos comicios.
Y nosotros, los de a pie, los ciudadanos, los que padecemos los desencantos de los políticos y gobernantes, los que nos quejamos de lo que nos endilgan sin consultarnos, los que padecemos administraciones equívocas somos los que tendremos que elegir.
Aquí, como siempre, hay preferencias y simpatías, y en ese sentido, los partidos políticos llevarán acciones para convencer a cada elector de que ellos son la mejor opción en tiempos en que el desencanto es la más real de las expresiones ciudadanas.
Ya salen los nombres; algunos, muy trillados y otros, totalmente desconocidos, pero todos jugarán con los ciudadanos para renovar a un Congreso local que urge de cambios de estrategias, políticas y actitud.

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