Con información cierta, pero suministrada en retazos según convenga, es difícil saber la realidad respecto de la explotación del obrero en México, bajo auspicio o permitida por el Estado. Los talentos mexicanos se van del país pues se desdeña capacidad, inteligencia, innovación; esas características hacen daño a la política mexicana, mejor que se cambien de país y se van a generar riqueza. Un ejemplo, en un hospicio local a cargo de religiosas, una menor que hace apenas meses era llevada a las calles por su madre para pedir limosna, es la ganadora del concurso zonal de matemáticas. Una mente brillante en eclipse desde su propio hogar.
Los paros y huelgas recientes son explosión carente de estrategia que acote las brechas de salarios entre países. Los paristas nada ofrecen, exigen más salario, en términos capital-inversión, significa “matar la gallina de los huevos de oro”. Queda fuera de la negociación la mejora de la cadena de valor en el proceso productivo, que permite al obrero su desarrollo tecnológico y por ende su salario. Esta parte valiosa el líder se la calla, pues de hablar con la verdad, su liderazgo pierde valor. En el tiempo de vigencia del Tratado, los salarios han subido 16.7%; EU y Canadá reportan más de 30%, en más de 21 años de Tratado. En 1995, primer año de vida del TLCAN, el salario promedio al año en México fue de 13,1 dólares (a precio 2016), 21 años después, en 2016 este promedio fue 15,3 dólares, incremento de 16.7%. En Estados Unidos aumentaron 33.3% y en Canadá 38.5% (OCDE)
El bajo valor agregado que se ofrece a los bienes para su transformación en México, falta de capacitación, poca inversión en tecnología e innovación, y devaluaciones del peso por años, explican los bajos salarios, refirió José Luis de la Cruz, director del Instituto para el Desarrollo Industrial y Económico. En México hay precarización estructural del mercado laboral y descuido de la parte laboral del Tratado. La depreciación del peso, resta crecimiento a los salarios y significa costo más barato para las empresas transnacionales de lo que cuesta instalarse en Estados Unidos y Canadá, lo que representa elemento para el crecimiento de industrias como la automotriz en México.
La situación no difiere en salario en este sector especializado, en el que un mexicano ganaba 9 veces menos que un trabajador en Estados Unidos en 2016, mientras que a inicios del Tratado era 5 veces menor, en tanto, un salario mexicano en esta industria representa la octava parte de un salario en Canadá; en 1994 representaba la quinta parte.
Las desigualdades obedecen más a factores en México, que a las condiciones que dio el TLCAN. A diferencia de Estados Unidos y Canadá, México cuenta con un salario mínimo que sirve de referencia para establecer salarios, controlado por el Estado. Reducir la brecha salarial significa abrirse al libre mercado, señala Alfonso Bouzas, experto en materia laboral de la UNAM.
La creación formal de empleo y la mejora salarial se generan si hay inversión, y hay inversión si hay certeza jurídica y Estado de derecho, dice Mónica Flores, presidenta de la Cámara de Comercio Americana en México, quien considera que para aumentar los salarios en México se debe generar más valor en la producción, enfocar acciones para entrenamiento de talento mexicano y mejorar las bases para el desarrollo de competencias, lo que se debe impulsar internamente y no a expensas de tratados internacionales.