En las ultimas semanas los grupos políticos, los partidos y los aspirantes a un cargo de elección popular intensificaron sus acciones mediáticas, en respuesta a los avances del calendario electoral. Uno de los errores de estos aspirantes estriba en que se declaran políticos, como si la política arrojara resultados productivos ante una circunstancia histórica de desempleo y desactivación de los sectores productivos.
Al mismo escenario han dado el salto generaciones jóvenes y de la tercera edad, estos últimos alentados por la figura de la “cuarta deformación” que se ha convertido en una expresión terca, necia hasta el fastidio social.
Mientras que los obituarios de los diarios tamaulipecos ocupan espacios relevantes que evidencian el resultado de la enfermedad más agresiva de este primer cuarto de siglo y para la cual la ciencia médica no ha encontrado el antídoto correspondiente.
En el nuevo escenario social los aspirantes a un cargo de elección popular tendrán que diseñar campañas que serán insuficientes para satisfacer las necesidades de la población votante.
Uno de los desafíos de los que se dicen políticos y que aspiran a contender en las urnas por un cargo de elección popular, es la credibilidad pero sobre todo las carencias sociales o al menos el segmento donde tradicionalmente se localiza la densidad del voto, tendrá un comportamiento distinto.
Debido a que las necesidades se han incrementado y la capacidad financiera de los partidos políticos y los que financian campañas electorales también han sido alcanzados por los efectos de la emergencia sanitaria y la crisis económica.
Pues aunque las encuestas de carácter económico han modificado sus pronósticos de crecimiento y han confundido el crecimiento con la recuperación de la economía. Quienes buscan una nominación para algún cargo público tendrán que escoger su discurso para convencer a quienes tienen la voluntad de votar.
Aunque en los últimos procesos electorales se han impuesto nuevas modalidades de ganar una elección, que no se diferencia de las practicas de antaño en la operación electoral, pues hay informes de que algunos que se hacen llamar políticos su parentela los hizo ganar con pistola en mano, cambiaron las actas de las elecciones anteriores.
De manera que a estas alturas del tercer milenio ninguna autoridad electoral ni estatal ni federal se resiste a los cañonazos de centavos y cede ante la presión de los grupos delictivos. Pues desde la campaña electoral del ex gobernador Manuel Cavazos Lerma hasta la fecha, las disputas electorales se dan entre los grupos delictivos y no precisamente entre los partidos políticos.