No sé en qué momento ocurrió, si me quedé dormido o me extravié entre el perenne ir y venir del trabajo cotidiano; no sé si todo lo que hice estuvo bien o fue en vano, pero siento que de algo muy importante me perdí, si me preguntas que es lo que tanto extraño, les diré que extraño tantas cosas que pareciera que no hubiese vivido todos estos años; pero ahora que recuerdo y si me lo permiten les podría decir lo que tanto extraño.
Extraño los momentos del íntimo contacto con mi madre, con mi padre, con todos mis hermanos, sin duda fui yo el que me alejé, primero, por ocultar mi dolor ante el desafío de saber que todo en un momento podía desaparecer, como el padre que se fue, la madre que llora inconsolable y las preguntas de mis hermanos del porqué así tuvo que ser.
Extraño a los amigos, a los pocos que he tenido, a los de mi infancia, mi adolescencia y mi juventud, extraño también a los que pude haber tenido, pero que, por ser desconfiado nunca las puertas de mi corazón les abrí.
Extraño a la mujer que le dio otro sentido a mi vida, a la que compensó con todo su amor, la pérdida sentida de haber estado mucho tiempo aislado, cuando todos aquellos días me preguntaba si podría sobrevivir a la ignorancia de saberme solo en la vida. Extraño nuestros momentos de intimidad, cuando de verdad el amor se sentía en todo lo que juntos hacíamos, para complementar nuestras vidas.
Extraño los momentos en que podía tomar a mis hijos en los brazos, cuando sólo tenía amor para dar, y me sentía más fuerte y capaz de luchar por su seguridad y su futuro; extraño cada uno de los momentos en los cuáles mi orgullo se crecía, de tal manera, en cada logro suyo; extraño sus palabras y sus caricias que me hacían sentir que me necesitaban; extraño los paseos de familia cuando recostados en una manta a la orilla de un río compraríamos los deseos de seguir manteniéndonos unidos.
Extraño, incluso, los espacios por los que deambulaba y la firmeza de mis pasos por saber que lo que hacía, tenía un propósito de vida y no la ilusa idea de superarme y sobresalir para ser admirado.
Extraño cada una de las palabras que enriquecían mi ser y me daban el placer de saberme parte de un todo.
Extraño mis mejores días, mis años nuevos, el sentir la ilusión de llegar y ser esperado con aquella sonrisa llena de amor que me daba la satisfacción de sentirme amado.
Extraño eso y más, y no sé por cuánto tiempo lo seguiré extrañando, pero una cosa sí les digo: La vida, mi vida, no ha terminado, y haré hasta lo imposible por recuperar el tiempo perdido.

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