Es una leyenda urbana de la política nacional, pero cierta o no, sin duda encierra una lección que debería ser aplicada.
Tiene origen en el año final del sexenio del entonces Presidente Luis Echeverría Alvarez, quien como era normal en esos tiempos, llegaba al epílogo de su gobierno con toda la fuerza que significaba ser poseedor del mayor acto de poder que tenía un mandatario mexicano:
Nombrar sucesor.
Era voz pública que aquel Presidente populista soñaba con alargar su control sobre el país. Y precisamente de esa convicción evidente nació una versión que a ciencia cierta nadie o por lo menos muy pocos, saben si fue verdadera o una invención más de la picaresca mexicana.
En la antesala de cerrar su administración, cuenta la leyenda, Echeverría y un pequeño grupo planearon una especie de golpe de estado para perpetuarse en la silla presidencial, “por el bien de la Nación”.
Siempre conforme a lo que es hoy una anécdota tal vez ficticia, Don Luis integró a un grupo de jóvenes generales y de oficiales de alto nivel para propiciar un pronunciamiento militar sobre su permanencia en Los Pinos. De allí a la dictadura sólo bastaba dar un paso, apoyado en fuerzas castrenses leales de cuyas filas el Presidente empezó a jubilar a los jefes de mayor edad y de influencia probada, para limpiar el camino.
No duró mucho el proyecto según los que presumían de enterados, porque supuestamente alguien le dijo a Echeverría que debía hacerse una pregunta: ¿Cuánto tiempo los militares, ya con el control político, aceptarían como mando supremo a un civil a quien considerarían un oportunista que no tenía su formación?
Cuentan que el Presidente entendió a tiempo el riesgo. Canceló su proyecto y nombró a su reemplazo para acabar con un sueño que se pudo convertir en pesadilla.
¿Por qué recordar todo esto, que quizás sea sólo una trama novelesca urdida en las entretelas de la sucesión presidencial?
Porque aún cuando sea solamente una invención, es una advertencia para quien pretenda usar al Ejército como plataforma sin pertenecer a él.
Es de suma importancia, vital para el país, que quien mande en México tenga claro que la nación dejó atrás los cacicazgos y a los caudillos. Costó mucha sangre y sacrificios alcanzar un sistema democrático que aunque imperfecto, funciona. Y la mejor muestra es el resultado del primero de julio pasado.
Hoy, queda claro que un nuevo gobierno pretende descansar en las fuerzas armadas para cimentar un proyecto político, Ojalá se midan sus alcances y se impongan los límites adecuados.
No hacerlo, es una invitación a volver a un pasado doloroso, que no tenemos por qué volver a vivir…

COORDINACIÓN, DIVINO TESORO
En el quehacer público, una de las mejores herramientas para obtener resultados adecuados, es sin duda la coordinación.
Por eso resulta positivo el diálogo sostenido por el gobernador Francisco García Cabeza de Vaca con los legisladores federales que representan a Tamaulipas en el Congreso de la Unión para buscar, juntos, caminos que le permitan al Estado obtener más beneficios en obras, desarrollo económico, empleo y de forma muy particular, en seguridad pública.
Queda claro que las mejores intenciones quedan sepultadas cuando los esfuerzos se manejan por separado, mientras que la suma de ellos en una sola dirección necesariamente producen avances. No se descubre el hilo negro con eso, pero sí se confirma que es una receta que tanto el Ejecutivo Estatal como los diputados y senadores están aprovechando, pese a la diversidad de cunas partidistas que se registra en ese terreno. Bien por esa visión..
Ojalá se conserve y se fortalezca esa sinergia. De ser así, todos saldremos ganando…

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