Tras cien años de esfuerzo iniciado por un grupo de mujeres para lograr la prohibición de venta bebidas alcohólicas, que con rapidez se expandió dado que consideraban a sus esposos bebedores que dejaban la raya de la semana en las tabernas, negocio que se expandió por todo el país, y llegaban a los hogares abusando de viles formas de sus familias. La propagación de iglesias de distintas doctrinas fue un apoyo valioso. En 1920, luego de no votar por legisladores que no apoyaban la prohibición, el movimiento se convierte en la Enmienda 18, y por ley, Estados Unidos, en abstemio.

Miles de tabernas cerraron, muchos más trabajadores quedan sin empleo honesto para dar paso, al amparo de la ley Seca, al crimen organizado, tal como se conoce hoy. Por una década, los líderes del crimen se pelearon y mataron, hasta que Lucky Luciano los convierte en empresa. Establecen una Comisión para regular la actividad criminal con facultad de decidir muerte a capos que dañen el negocio. Al abolirse la ley seca, expande su poder sobre sindicatos, prostitución, apuestas, casinos, droga, todo lo que provea dinero. Extorsión, amenaza, violencia, muerte, es medio para lograr el fin, ganar dinero, que compra mucho poder para continuar produciendo más dinero.

Un sector de la población resistía la tentación y respetaba la ley, muchos más la consideraban inmoral y dieron paso a una época en la cual floreció la corrupción que penetró oficinas políticas en Washington. Miles de hogares norteamericanos destilaban whisky. Por barco llegaba bebida de Cuba, Bahamas, el Caribe, y por tierra de Canadá. Estados Unidos pasó de ser un país de pueblos de borrachos a un país de burladores de la ley. El alcohol corría como río luego de tormenta, al amparo de todo tipo de representantes de la ley, generando ganancias millonarias.

La Enmienda tenía debilidades legales que se aprovecharon. Adquirían whisky confiscado previo a la Enmienda, millones de litros de buena bebida, destinado a uso medicinal y, eureka, miles de farmacias abrieron en todo Estados Unidos con ventas fantásticas sin que las autoridades intervinieran. Centenaria corrupción.

Al fin, la realidad convirtió en legal la producción, distribución y venta de alcohol, destruyendo un ingreso pero no el imperio del crimen. Se aplicó reglas, dejando las sanciones al consumidor.
¿Cuándo entenderá México que, con el sistema legal vigente y su corrupta acción contra el crimen organizado, alimenta, a un gran monstruo?