Un buen día, de excelente clima por cierto, caminaba con el segundo de mis nietos por el área verde del lugar en donde habito, por más que quería que Emiliano caminara a mi paso, siempre se adelantaba, o se distraía con algún suceso del entorno, por lo que preferí sentarme en una de las bancas de concreto del parque, sólo así pude hacer que se sentara a mi lado, y aprovechando el receso le pregunté cuál era el motivo por el que no llevaba mi paso y me contestó que yo iba demasiado lento y que a él le gustaba correr; le dije que si nos poníamos los dos a llevar un paso más rápido no podríamos platicar y lo que inicialmente era un paseo, se convertiría en una sesión de ejercicio cardiovascular y lo que yo deseaba, era tener tiempo de calidad para platicar con él. Te entiendo abuelo, dijo Emiliano, dejemos el correr para otro momento, y quiero aprovechar este momento, para hacerte una pregunta: ¿Por qué los adultos mayores se enojan tan fácilmente? No creo que el enojarse tenga algo que ver con la edad, le contesté, más bien, se debe al carácter; conozco a muchas personas de edad mayor, que tienen un excelente carácter y esto es evidente, por su buen estado anímico que poseen, son seres humanos muy positivos y siempre lo han sido, ya sea porque lograron tener plena conciencia sobre el hecho de que vivir inconforme por cualquier cosa no es bueno para la salud, y mucho menos para la sana convivencia, pero dime ¿acaso has notado que soy muy enojón? En realidad no, creo que tú tienes buen carácter, eres agradable, bromista, y te das tiempo para jugar con nosotros, pero me he fijado, que muchos otros adultos mayores, viven enojados con los demás, de hecho, hasta con los niños. Bueno, creo que en eso deberías de observar con más detenimiento los motivos del enojo, la mayoría de las personas irritables, en verdad, están molestos consigo mismos, porque desearían que las otras personas las valoraran mejor, quisieran ser comprendidas y estimadas, ya que han sufrido muchas decepciones en la vida, lo que ha condicionado en ella frustraciones, sobre todo, en lo referente al manejo de las relaciones humanas, podrían haber vivido una relación difícil con sus padres, con sus hermanos, incluso con sus abuelos, también podrían haber tenido dificultades en sus relaciones con sus parejas o con sus compañeros de trabajo; te puedo asegurar, que siempre hay un motivo que ocasiona un quebranto, en aspectos importantes del desarrollo de su personalidad, situaciones que no lograron resolverse favorablemente en su momento y se evidencian como inseguridad, falta de confianza o baja autoestima; no siempre el mostrar enojo se traduce en un cambio radical de nuestra conducta, todos nos enojamos algunas veces, ya sea con justificación o no, pero debemos de reflexionar sobre los aspectos negativos del enojo; ya habrás escuchado algunas frases que denotan este tipo de daño, como “El que se enoja pierde”, “ Nadie puede pensar con claridad cuando los puños están cerrados” “ Por cada minuto de enojo perdemos sesenta minutos de felicidad” Aristóteles decía: “Cualquier persona puede enojarse… es algo muy sencillo, pero enojarse con la persona adecuada, en el grado exacto, en el momento oportuno, con el propósito justo y del modo correcto… no resulta tan sencillo” Oye abuelo, y tus abuelos no se enojaban contigo? Desde luego, y te diré una cosa, siempre pensé que el grado de su enojo no era justificado por la falta que cometía y eso me hacía sentir muy desdichado, porque su enojo lo traducía como falta de amor por mí, pero más tarde comprendí que el enojo de mis abuelos era una estrategia de ellos para hacernos sentir su autoridad y tal vez para que no nos diéramos cuenta, que la edad los hace más vulnerables que a los niños. Entonces, envejecer sí tiene algo que ver con el enojo, replicó Emiliano. Eso depende, le contesté, porque, aquél que sabe envejecer con dignidad, no guarda ni reclamos, ni resentimientos para nadie, al contrario, le agradece a Dios por la maravillosa vida que le ha permitido vivir.

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