El 20 de agosto de 1897, Sir Ronald Ross diseccionaba un mosquito anopheles que había sido “alimentado” 4 días previos con la sangre de un paciente con malaria y encontró en el tejido estomacal del mosquito al parásito que causa esa enfermedad y comprueba su papel en la transmisión de la malaria. La enfermedad mata a un niño cada 30 segundos; la mitad de la población mundial está en riesgo de contraerla y cada año 500 mil personas mueren por su causa.
En México, (OMS), el número de casos confirmados pasó de más de 1,200 en 2010 a 736 en 2017. Dos tercios de los estados están libres de malaria desde 2004, sin embargo, representa riesgo en regiones del país, como Chiapas donde se registran 81% de los casos. El parásito de la malaria ha sobrevivido más de 50 mil años. A pesar del esfuerzo para acabarla, los parásitos son resistentes a medicamentos y los mosquitos a insecticidas.
Aplicadas en la infancia o en etapa adulta, las vacunas son herramienta de poder en la salud pública. Ayudan a nuestro cuerpo a desarrollar defensas enseñando al sistema inmune a cómo identificar y atacar cada amenaza. Gracias a la innovación, hay vacunas terapéuticas diseñadas para tratar enfermedad al provocar respuesta inmune dirigida contra enfermedades existentes, en lugar de ofrecer protección como las tradicionales. Ejemplo: nuevo abordaje del cáncer y el impulso de estas vacunas, que buscan ayudar al sistema inmune a reconocer células cancerosas y combatirlas, ofreciendo a los pacientes opciones con menos efectos secundarios.
El informe Medicines in Development for Vaccines, 2020, PhRMA destaca cómo las vacunas tienen papel fundamental en reducir la propagación de enfermedades y, en algunos casos, la eliminación de otras amenazas a la salud: Ébola. La primera vacuna se aprobó en 2019 y una segunda vacuna está bajo revisión por la Agencia Europea de Medicamentos (EMA) Dengue. La enfermedad viral transmitida por mosquito con mayor prevalencia en el mundo. La vacuna para quien tiene infección previa se aprobó en 2019. VPH. La introducción de la vacuna contra el Virus del Papiloma Humano (VPH) transformó la trayectoria del cáncer cervicouterino al disminuir la infección viral en 86% en adolescentes y 71% en mujeres adultas jóvenes
De manera urgente a raíz de COVID-19, la industria biofarmacéutica cuenta con más de 70 vacunas en investigación a nivel mundial. Seis de ellas iniciaron ensayos clínicos en humanos y otras se encuentran en desarrollo preclínico. Experiencias con virus (SARS, Ébola o Zika), dotaron a la industria de tecnologías, protocolos e instalaciones para desarrollar, probar y ampliar la producción de vacunas en circunstancias de urgencia. La historia, los aprendizajes y el trabajo constante para desarrollar más y mejores soluciones de salud, da entorno prometedor para nuevas vacunas preventivas y terapéuticas.
En EUA hay al menos 260 vacunas en desarrollo, pero para mantener la innovación y la continua investigación, se requiere crear un marco normativo que se adapte al ritmo de la ciencia. La meta es un mundo más saludable, donde contemos con todas las herramientas para hacer frente a futuros brotes y enfermedades infecciosas.
El lavado de manos con agua y jabón es fundamental. Gracias a la estructura del jabón y sus moléculas en forma de alfiler, éstas se introducen en las envolturas lipídicas de ciertos microbios y virus, y como llave los abre e inutiliza. Al lavar las manos con agua y jabón, se rodea todo microorganismo con moléculas de jabón. Al enjuagar las manos, los microorganismos dañados, atrapados y muertos por las moléculas de jabón son arrastrados por el agua.