“Los buenos gobiernos se conocen cuando lo que hacen vale más que lo que sus opositores dicen”…
Antonio Maura y Montaner

Ayer, el gobernador electo de Tamaulipas dio una demostración de cómo se puede organizar una fiesta, disfrutar de ella y al mismo tiempo, no despegarse de la realidad.
El doctor Américo Villarreal Anaya presentó este lunes a quienes serán sus representantes en el proceso de entrega-recepción con el saliente gobierno de Francisco García Cabeza de Vaca. De esos nombres y apellidos se podría nutrir en parte el gabinete entrante, aunque no es garantía de que así suceda.
Sin embargo, en la percepción de su servidor, el mensaje vertido ayer por el virtual mandatario tiene mucho más jugo que los nombres y apellidos mencionados.
De sus palabras, me quedo con tres temas que me parecen fundamentales en los albores de esa gestión. Uno en el aspecto financiero, otro es el político y el último en el terreno de la confianza social.
El primero, es el anuncio tácito de un arranque con complicaciones financieras, derivadas del endeudamiento feroz que deja como herencia García Cabeza de Vaca “lo que condiciona nuestra gestión”, aceptó el doctor, lo que traducido al buen romance es la posibilidad de que los programas que trae en la agenda sexenal tengan que esperar un tiempo.
No lo dijo con estas palabras, pero el aviso adelanta que serán días difíciles en los primeros meses y que quien espere que desde el primero de octubre amanezca el Estado color de rosa, es muy probable que se equivoque.
Crudo sí, pero en lo personal opino que es indispensable esta dosis de realismo. Prometer lo difícil de cumplir y peor aún, prometer lo imposible, ha sido una pauta muy gastada por quienes antes han echado a andar una maquinaria gubernamental. Rehacer la economía sin falsas expectativas y con los pies en la tierra se llevará quizás el primer año o más, del mandato que está por empezar.
El segundo tema advierte que los primeros pasos del nuevo goierno no serán, como dicen los españoles, coser y cantar.
Admitir como lo hizo Américo Villarreal que no espera civilidad en el relevo significa que la lucha por el Estado sigue viva. Significa también que pese a la validación de su triunfo por institutos y tribunales electorales, aún no es tiempo de dormir sobre laureles y que aún quedan más batallas por librar.
Abona a este escenario la persistencia de filtraciones con origen en el panismo del sur sobre jugarretas de última hora en el Tribunal Electoral de la Federación. Tal vez sean argucias, pero los demonios sin duda siguen sueltos.
El tercer tema es una jugada de alta estrategia, basada en el anuncio de que los resultados de la entrega-recepción serán también conocidos por la sociedad civil, representada por diputados locales y federales, por profesionales que tengan disposición e interés y por colegios y asociaciones civiles, “para que sean observadores y testigos ciudadanos de cómo se recibe la actual administración”.
Tiene miga este anuncio, con el cual Américo conseguiría alejar especulaciones sobre posibles arreglos bajo la mesa para perdonar omisiones y corruptelas de los que avientan el arpa y es una medida que de existir anomalías, destaparía de manera natural manoteos presupuestales y abusos del poder aún en turno.
Aún cuando el gobierno saliente tenga la habilidad para ocultar su desaseo financiero y administrativo, eso no impedirá que la validación histórica corra a cuenta de los ciudadanos, lo que tal vez no sea suficiente para mandar a una celda a quienes vaciaron las cajas fuertes, pero sí construiría una condena social que mandará al cesto de la basura todo intento de restar legitimidad a la nueva administración estatal.
Por si pensaban que los que se van tendrían la fiesta en paz…
¿COINCIDENCIA O ANTICIPO?
El anuncio de que Victoria, “el corazón de Tamaulipas” empezará a latir con fuerza desde el primero de octubre gracias al apoyo de Américo a la capital, podría tener un significado más allá de la retórica política.
Por si alguien no lo recuerda, el autor de ese lema de Victoria –El Corazón de Tamaulipas– fue el ayuntamiento que encabezó Eugenio Hernández Flores. Fue su carta de presentación para hacer presencia en todo el Estado, con ella construyó su candidatura y perdura hasta ahora. Citar esa frase es citar a Geño.
¿Es sólo coincidencia?… ¿Es el aviso de un proceso de reivindicación de un victorense injustamente encarcelado?
Son preguntas: Se las dejo de tarea…

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