“Y Jesús llamando a sí a un niño le colocó en medio de ellos. Y dijo: En verdad os digo que, si no os volvéis y hacéis semejantes a los niños en la sencillez e inocencia, no entraréis en el reino de los cielos.” (Mt 18:2-3)
Frecuentemente dejo salir al niño que hay en mi interior, porque me hace feliz el saber, que, a pesar del tiempo transcurrido, sigo teniendo la capacidad de creer que aún existen muchas cosas maravillosas en este mundo para disfrutar, y con ellas, la esperanza de que mejoren las condiciones de inequidad y de injusticia, que por la ambición desmedida y la inmoralidad el hombre ha sembrado en la tierra.

Algunos de mis estimados lectores, han comentado el agrado que tienen por las narraciones que se publican sobre anécdotas de mi niñez y han concluido que muchas de las vivencias les recuerdan sus propias experiencias infantiles, lo que les resulta, dicen, es benéfico para su salud física, mental y espiritual. Parece ser, que es en la etapa de la niñez, cuando menos pausas tiene la felicidad; de ahí que pareciera que los días en la niñez son tan largos que siempre se puede finiquitar una aventura e iniciar otra, para continuar con ella el día siguiente; y es que resulta, que los niños tienen en su haber el ser tan creativos que construyen a cada momento puentes imaginarios, interminables carreteras y espacios universales, donde su pensamiento mágico se torna eterno, porque continúa en las otras etapas del desarrollo y va construyendo el ideal de vida que nos merecemos los hijos de Dios.

Jesucristo nos invita a cada momento a ser sencillos, humildes y a tener un corazón y pensamiento inocente, alejado de toda maldad, como el que caracteriza a los niños.

Dios nos creó con esos atributos, pero el hombre, haciendo uso del libre albedrío, mostrando una evidente desobediencia, se ha empeñado en transformar la obra de nuestro Creador, para dificultar el camino a la salvación y el retorno al reino de los cielos.
“Respondióle Jesús: Pues en verdad, en verdad te digo, que quien no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios o tener parte en él.” (Jn 3:3)

Bendiciones a todos los niños, a los que lo son por edad y a los que, teniendo mayoría de edad, son como niños.

Correo electrónico:
enfoque_sbc@hotmail.com