La construcción de la candidatura de José Antonio Meade la inició Trump con su visita al país. La pésima opinión que brotó en el país llevó a sacrificar a Videgaray. En septiembre de 2016, Peña Nieto ofrece Hacienda a Meade y citó a Videgaray para pedir su renuncia. La victoria de Peña Nieto en el Estado de México le fortaleció y logró hacer la reforma imposible en el PRI, eliminar el requisito de 10 años de militancia para los candidatos presidenciales.
El PRI planea una estrategia que ubique a Meade como candidato preparado a la batalla en cualquier sector. Inicia al no mostrar descontento interno; hacerlo de fuerte presencia en redes sociales; colocarlo rival directo de López Obrador; y no permitir un tercer oponente en la disputa de los votos. Su formación y ejercicio profesional le han ganado buena fama en la élite empresarial y financiera, pero no se conocen sus habilidades para operar en otros ámbitos, por ello está en marcha la campaña para volverlo competitivo. Operadores de cuentas (Facebook, Internet, Twitter) muestran su labor para convertir las redes sociales en espacio propicio para Meade.
La estrategia política a su favor se basa en: Unidad priista. Peña Nieto neutraliza muestras de descontento interno al postular un candidato externo, lejano de lo poco que hay de postulados revolucionarios. El PRI-gobierno replicará el modelo de fraude electoral que triunfó en el Estado de México. Secretarios de Estado y directores de oficinas públicas son responsables por regiones de cuotas de votos por cumplir, y el uso sin control de recurso público para promoción priista, en especial la Presidencia de la República.
Se impedirá la unidad de la oposición amiga; PAN, PRD y Movimiento Ciudadano para evitar un tercer candidato. Margarita Zavala, Jaime Rodríguez, Miguel Ángel Mancera, Ricardo Anaya están en segundo plano. Meade desplazará a López Obrador de la preferencia al acusarle de ser históricamente destructivo y no responder a la capacidad propositiva y constructiva de Meade. Se induce el voto del miedo ante las circunstancias difíciles que vivimos en términos económicos y sociales, el Tratado de Libre Comercio en riesgo por la amenaza de Trump. Se promueve la adhesión conservadora de los votantes al malo por conocido.
Meade gana simpatía y adhesión de panistas y empresarios; su reto, entusiasmar y ganar el voto duro del PRI, necesario para ganar. Economista de imagen de técnico y funcionario eficiente, ahora político limpio, ¿resistirá a sus adversarios que sacaron expedientes de terrenos comprados, no declarados?
El sondeo del Gabinete de Comunicación Estratégica, que preside Liébano Sáenz, señala que Obrador encabeza la carrera por la Presidencia con 29%; PRI sube al segundo lugar con Meade, con 23%. México difícil de gobernar, lo será más, si el ganador obtiene 30% de votos con abstención de 50%. El ganador, gobernará con el respaldo de 15% de los ciudadanos. Las elecciones presidenciales prevén una contienda cerrada. Las redes sociales tienen papel fundamental por la facilidad para manipular la opinión de los usuarios. Cada campaña tiene irregularidades, una termina siendo la marca, lo que más pesó. 2018 estará marcada por noticias falsas que se han vuelto decisivas, factor de manipulación en la democracia.
Las redes tienen enormes ventajas en la convivencia social y complementan a los medios de comunicación tradicionales; de gran valor para difundir noticia de última hora, atender una emergencia o reportar rápido un acontecimiento relevante. Una sociedad con redes es mejor que una sociedad sin ellas, pero sabemos lo fácil de manipular que son, aun así, gozan de credibilidad, lo que aprovecharán políticos en campaña para bañar de mentiras que distraigan y orienten la opinión según sus intereses. Será una guerra de redes.