De esos momentos maravillosos en la vida, que exigen cierto grado de privacidad para poder contestar preguntas del nieto mayor, que queriendo conocer todo por anticipado, durante su paso de la adolescencia con rumbo a la juventud, intuyendo que ésta le exigirá madurez para ser más asertivo en su conducta, que sin ser totalmente un jovencito serio, puede, en su carácter real, demostrar que reÃr, forma parte de su verdadera personalidad, y no el mostrar el falso enojo, para que con esa actitud se le respete, se le escuche, se le atienda y aún más, se le ame todo el tiempo como habÃa estado acostumbrado ayer, cuando se sentÃa el rey de hogar. Sebastián, el nieto que me hizo abuelo por primera vez, que no me conoció sino hasta un mes después de su nacimiento, que lloraba con tanta energÃa cuando alguien desconocido lo cargaba. Sebastián, que no reconocÃa mi voz, pero que un feliz dÃa, cuando su madre lo dejó por un par de horas en mis brazos, a lo que yo me negaba, porque no lo querÃa ver sufrir; desesperado por no poderlo calmar lo abracé con tanta miedo, pero con suave presión sobre mi pecho, y cuando su oÃdo derecho escuchó el latir de mi corazón, como por arte de magia encontró la paz, tal vez reconociendo en ello, el ritmo del corazón de su madre, a quién le heredé una parte del mÃo. Sebastián, hoy generador de tempestades, acude a mà en santa paz y me pregunta: ¿Abuelo fue a mi abuela a la que diste tu primer beso? Su pregunta me llevó de inmediato al pasado y recordé lo que nunca he olvidado, mi primer beso, entonces le contesté que sÃ. La mirada de Sebastián denotaba un dejo de picardÃa y esperando con ansia le contara más de aquel inolvidable dÃa. ¿Abuelo, me estás escuchando? Yo no quiero fallar en mi primer beso, por eso te pregunto, porque dicen, que el que sabe besar, nunca podrá ser olvidado y no creo que tu hayas fallado, pues mi abuela jamás se ha separado de ti. ¿Qué se siente? ¿Cómo pusiste los labios? ¿lo hiciste suavemente o apretaste demasiado? La verdad, le contesté, no lo sé, de hecho, no necesité ni pensarlo, mis labios se acercaron sutilmente a los de tu abuela, apenas si los rozaron, pero pude percibir en tan deseada cercanÃa, que algo muy dentro de los dos salió para fundirnos en un sólo cuerpo, un sólo espÃritu, desde entonces, de estar enamorado, lo nuestro, sin esperar el paso de los años para alcanzar la madurez, se convirtió en un amor que no requiere de tiempo, ni de espacio.
No cabe duda abuelo, que eres un poeta, yo, la verdad, no creo superarlo, pero ahora sé, que la única forma de sentir que se ha besado a una mujer es cuando en verdad se está enamorado.
Correo electrónico:
enfoque_sbc@hotmail.com