En ocasiones pareciera que la vida es injusta, sobre todo, cuando no obtenemos de ella todo lo que nos proponemos, y más aún, si nos esforzamos honestamente para lograrlo. Hacer las cosas bien y tener un propósito de bienestar, con enfoque social, es el mejor bálsamo para sanar pronto del sentimiento de pérdida, y el tener fe, nos ayuda para alcanzar la ruta de la plena recuperación sin odios o resentimientos que generan mal estar personal y proyectan energía negativa que afecta a terceros.

Si tengo fe, mi Señor Jesucristo está conmigo, ¿qué mal podría aquejarme? Él me conduce por el camino que más conviene y cuida de mi integridad física, mental y espiritual.

Cuando yo justificaba el hecho de dedicarle a mi trabajo más horas de las que le dedicaba a mi familia, pensando que lo hacía por su bien, pues con ello tendría más posibilidades económicas para allegarles bienes materiales; nunca imaginé, que lo que ocurría realmente, era que todos estábamos perdiendo valiosas oportunidades que contribuían al fortalecimiento y a la estabilidad de la familia. En lo particular, estuve ausente en muchos momentos importantes del desarrollo de mis hijos y del disfrute de mi amada esposa; momentos irrepetibles, que no únicamente tuvieron un impacto importante en mi estado emocional, sino que se instalaron como un factor transformador en el sentir y el desarrollo de la personalidad de mi descendencia. Ahora me quejo del desapego de mi único hijo varón, o de la falta de paciencia de mis hijas para atender mis recomendaciones y consejos; ahora me admiro, del proteccionismo que ejerce mi esposa para con ellos y para con su descendencia. Todo ocurrió mientras yo me quejaba de la soledad auto impuesta, del sacrificio infructuoso que generó un prematuro sentimiento de orfandad y abandono.

Si la sabiduría nos llegara tempranamente a nuestra vida, seguramente no cambiaríamos el estar cerca de la familia por acrecentar nuestros valores materiales.

La familia es la fortaleza del ser humano, el amor en la familia, es la fuente de energía que mueve en un sentido positivo la vida de cada uno de sus miembros, la familia en sí misma, es un todopoderoso que hace milagros con lo poco o mucho que posee.

“Así que, buscad primero el reino de Dios y su justicia, y todas las demás cosas se os darán por añadidura” (Mt 6:33)

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