Hablemos de los buenos tiempos y de los espacios especiales; hablemos de todo lo que hoy añoro, y que con tristeza siento que ya empieza a pasar de ser un recuerdo inolvidable, a un olvido inevitable, y es entonces cuando me digo: ojalá me hubiesen preparado para este tipo de transición; ojalá me hubieran dicho que tenía el poder de rechazar todo aquello que innecesariamente consume tanta energía y el tiempo que hoy estimo tan valioso. Si bien es cierto que todo lo que nos pasa en la vida nos deja un aprendizaje, cuántos de nostros nos hemos quedado para siempre con los aprendizajes negativos, aquellos que se traducen en heridas permanentes que nunca terminan pos cicatrizar, porque en lugar de dejarlos ir, los vamos guardando en la maleta que cargaremos durante todo nuestro viaje con dirección a lo que han dado en llamar la otra vida.
Cuando desperté a la realidad, mi mente aún vivía de fantasías, cuando medí mis fuerzas contra la adversidad, descubrí mi vulnerabilidad, y queriendo simular una fortaleza inexistente, me golpeó aún más aquello que no comprendía, de ahí que opté por refugiarme en el único lugar donde me sentía seguro, en ese espacio interior por donde la oscuridad no existe porque se encuentra la luz del principio de todo, la misma luz que encontraremos al final del camino.
Un buen día, cuando mi nieto Emiliano tenía catorce años, me acompañó a una caminata por la naturaleza y extasiado como estaba yo al contemplar la magia de la primavera, empecé a platicarle de los buenos tiempos y los espacios especiales, llegué a entusiasmarlo con mi narrativa, a tal grado que me pidió nos sentáramos en uno de estos espacios, pues el tiempo que disponíamos para terminar la travesía se estaba extinguiendo y él quería prolongarlo lo más que se pudiera para salir de algunas dudas sobre lo platicado, entonces dijo: Ahora veo el hecho del por qué te gusta escribir tanto y platicar aún más tus vivencias, no quieres olvidar los momentos en los cuales has sido más feliz en tu vida. ¿Cómo le haría yo para atesorar los momentos en que me he sentido más feliz? no me gusta mucho escribir, y en cuanto a ser muy comunicativo, siento que estoy dentro del estándar de lo que se considera normal. Emiliano, en verdad te digo que a tu edad el tiempo te parecerá infinito, pero a mi edad, se tiene la sensación de que el tiempo, como lo conocemos, ya no existe, de tal forma que los espacios se van cerrando conforme vayas caminando; si hoy has despertado a la realidad, empieza a soltar todo aquello que te impide ser feliz y dale el verdadero valor a momentos como este, donde tu abuelo cedió un poco de su tiempo para que nunca olvides lo que hoy has aprendido.
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