Dialogo con mi ángel de la guarda
¿Has platicado alguna vez con tu ángel de la guarda? Te parece ridículo que pregunte este tipo de cuestiones, porque te consideras escéptico, está bien, no lo leas si no te interesa, pero si llega a inquietarte un poco, tal vez el motivo de ello es que sin siquiera notarlo ya habrás tenido un diálogo con el guardián de tu alma.
¿Qué haces aquí? Me preguntó. Recordando, le contesté con un dejo de nostalgia. ¿Recordando qué? Lo que he hecho con mi tiempo, le dije. No pierdas el tiempo en eso, me dijo, hablando en un tono enérgico, aprovecha el tiempo que aún te queda, por ejemplo, haz aquello que nunca hiciste. ¿Que nunca hice? le respondí con cierta extrañeza, creo que hice de todo, bueno, al menos aquello queestuviera dentro del contexto de lo posible para un ser humano ordinario, ya que los seres extraordinarios, pienso que por serlo, han ido más lejos, aunque no todo pudiera considerarse correcto. ¿Dolió? Me preguntó sonriendo discretamente. Ahora que lo preguntas, sí, dolió. ¿Y dónde te dolió? No en el cuerpo material le dije, porque se diferenciar bien un dolor físico de un dolor del alma. Ah, ahora entiendo, contestó con ironía, hasta ahora reconoces que tienes alma. ¿Reconocerlo?pero qué clase de ángel eres tú, de dónde vienes, quién te ha enviado, le respondí molesto. Tú sabes bien quién me envía, de ahí. el hecho de que te duela algo que podrías considerar intangible, ahora veo que tu plena conciencia ha madurado, eso me agrada, porque cuidarás de ti con más esmero. ¿Qué quieres decir? le reproché, ¿Acaso piensas abandonarme a mi suerte? No, me contestó en forma tajante, y continuó diciendo, aunque quisiera hacerlo no podría, porque además de cuidar de ti, tengo que ser para ti como un guía, un tutor espiritual, o ¿qué acaso no te has dado cuenta que éste diálogo sólo puede ser posible porque crees en mí y en quien me envió? Ahora despierta, porque, aunque te parezca poco tiempo el que estamos compartiendo en estos momentos, para Él un día pudieran ser mil años. Sacude el polvo de tus sandalias y sigue caminando, porque aún te falta mucho por aprender y nunca es tarde para aprender a vivir.
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