En una ocasión me encontraba compartiendo una de mis reflexiones en el Facebook, cuando mi nieta Valentina de 9 años de edad se acercó a mí, me abrazó y observando el monitor de la computadora empezó a leer lo que había escrito y me preguntó: ¿Abuelo de dónde sacas las palabras que escribes? Antes de contestarle, me le quedé mirando a sus hermosos ojos café obscuro y le respondí: Yo escribo lo que me dicta el corazón. Inteligente como es Valentina contestó: ¿No se supone que uno escribe lo que tenemos en la mente? Desde luego, le respondí, pero hay personas como yo, que preferimos dejar que el corazón hable y le diga a la mente lo que sentimos y deseamos expresar a los demás. La niña denotó en su cara un rictus de extrañeza y dijo: Pero qué caso tiene poner a hablar al corazón, si la mente tiene capacidad de sobra para hacerlo. Bueno, le dije, la diferencia estriba en el hecho de que el corazón no sabe mentir, mientras que la mente puede engañar fácilmente, pues puede simular estar de acuerdo en todo y en ocasiones toma decisiones que no provienen de nuestro corazón. ¿Cómo cuáles? replicó Valentina. Por ejemplo, un corazón enamorado muy cercano a Dios, es un corazón lleno de fe y confía en que todo lo que salga de él es bueno, porque Dios habita en él; un corazón enamorado si se equivoca se arrepiente y busca con afán el ser perdonado, un corazón que sabe amar  también sabe personar; en cambio la mente suele ser orgullosa, siempre busca tener la razón, y cuando siente que ha sido sujeta de una acción que no le conviene, busca revertir los efectos y es capaz de lastimar a otros, la mente suele justificar todas nuestros defectos y critica los defectos de los otros, suele ser egoísta y buscar siempre acaparar bienes para su satisfacción. Entonces ¿todo lo malo viene de la mente? preguntó Valentina. No, eso suele ocurrir cuando el corazón calla, al perder la fe por no escuchar la palabra de Dios, cuando el corazón se llena de tristeza, y deja escapar la luz divina que ilumina su sentir. Valentina se puso triste al escuchar aquello y me dijo: Abuelo, ojala tu corazón siempre esté enamorado para que nunca se apague la luz que ilumina a tu mente y puedas seguir escribiendo tus enfoques.

enfoque_sbc@hotmail.com