Cuando mi nieto Emiliano tenía 8 años me preguntó si existía el infierno. ¿A qué viene esa pregunta? Es que cuando me porto mal me dicen que me voy a ir al infierno, y yo quisiera saber ¿qué tan malo es estar ahí? Mira, le dije, lo primero que debes saber es que hay muchas clases de infierno. Emiliano se me quedó mirando sorprendido, y me dijo: No entiendo, a mí sólo me han hablado de que existe el infierno y que es ahí donde van a parar todos los niños que se portan mal. Tratando de no confundirlo más, decidí describir al infierno de una manera de lo más sencillo y le respondí: Digamos que hay infiernos grandes, medianos y pequeños, que hay infiernos individuales y colectivos, que hay infiernos propios y ajenos. Emiliano se encogió de hombros y me preguntó: En mi caso a que tipo de infierno me tocaría ir si me sigo portando mal. Como eres un niño, tienes la oportunidad de arrepentirte y tus papás podrían interceder por ti para que no se te castigue severamente, todo podría quedar en un regaño o en la suspensión de alguna actividad que te agrade hacer, como sería jugar, salir con tus amigos; si tu falta es mayor, entonces tus padres podrían responder por tu falta y aceptar el castigo que te tocaría pagar a ti. ¿Y eso por qué? Respondió extrañado mi nieto. Bueno, porque aún eres un niño y los niños suelen tener el beneficio de la inocencia, ya que, debido a su corta edad, no puede responsabilizarse por las faltas donde no se tenga la plena conciencia de las mismas, por ejemplo: quedarte con algo que no es tuyo, no decir la verdad por proteger a un hermano o amigo al que quieres mucho, olvidar hacer la tarea escolar o responder de manera impulsiva y grosera cuando se te pide realices algún encargo de tus padres. Emiliano pareció entender lo que le estaba explicando y preguntó: ¿Y cuánto tiempo dura la inocencia? La inocencia puede durar toda la vida, más, cuando entras a la adolescencia, puedes enfrentar algunas pruebas importantes para seguir conservando ese atributo o para perderlo en caso de que a plena conciencia tomes decisiones incorrectas que afecten directamente a tu persona o afecten a aquellos que más te aman; en la adolescencia lucharás por hacer valer tu derecho a la libertad, defenderás tus ideas y tus opiniones aunque estas pudieran estar equivocadas, retarás a la autoridad que represente tus padres, tus maestros y tus mayores; pocos consejos atenderás para invitarte a no caer en situaciones que tengan consecuencias catastróficas para tu salud física y mental, de ser así conocerás tu propio infierno y arrastrarás a él a la mayoría de las personas que te aman, un infierno del cual muchos no salen , aunque estén arrepentidos. Denoté una expresión de temor en la cara de Emiliano y con cierta angustia me preguntó: Abuelo, pero si nunca enfrento al infierno que me toca conocer, cómo podré evitar los otros infiernos. Bástate saber que todos tenemos un Padre que cuida de todos nosotros y que siempre estará presente para que tu camino no se desvíe, él nos ha legado unos mandamientos y de seguirlos tu inocencia siempre permanecerá intacta; más el ser humano, siempre estará enfrentando tentaciones para alejarse del rebaño del Divino Pastor, aquél que vino para pagar todas nuestras faltas, porque sabe que nadie es perfecto sino sólo Dios; no te extrañe que en el consejo de tu padre, de tu madre de tus abuelos, en ocasiones de personas que conocen muy bien el tema del infierno y han salido de él, podrás recibir las señales de que Dios Padre está contigo velando porque no caigas en el peor de los infiernos: El de la insensatez que acompaña a la egolatría que te invita a cada instante a fracasar en la vida para que pierdas no solamente la vida, sino tu espíritu.

Hoy Emiliano tiene 16 años, en un adolescente hermoso lleno de virtudes, el nació siendo bueno porque así lo quiso Dios y seguirá siendo bueno en el sentido de tener el interés de serlo; hoy le recordé nuestra plática cuando tenía 8 años, él sabe de lo que estoy hablando porque su conciencia está madurando pero no es perfecta, Emiliano tendrá que seguir trabajando para retirar de su pensamiento las espinas de la corona que le puso Cristo desde el día que nació; Emiliano sabe que yo estoy con él y que nuestro Padre celestial está conmigo. Dios está con nosotros y con su ayuda siempre saldremos de cualquier infierno.

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