Llegamos puntualmente al lugar donde se llevaría a cabo una cena para despedir a mi nieto mayor, que saldría a estudiar a otro estado de la república, el ánimo no era del todo festivo, pues las mujeres de la familia  evidenciaban un dejo de tristeza, la madre se hacía la fuerte, mientras la abuela deambulaba por toda la casa como si tratara de encontrar algo que se le había perdido, las tías mostraban un rictus de preocupación, mientras veían a sus pequeños hijos, y pensaban: Cómo han crecido mis niños, y a cada momento los llamaban para abrazarlos; tal vez viviendo anticipadamente una escena similar en el futuro próximo, esto, si sus hijos decidían estudiar lejos del hogar. Los varones estábamos cada quien en lo nuestro; yo, deseando no se prolongara mucho el evento; los tíos del festejado, uno con hambre atrasada y el otro, apurando la celebración porque tenía otro compromiso; los hermanos del festejado haciendo planes particulares; los niños disfrutando el momento, en fin, muy a pesar de la organización, se percibía la fragilidad emocional de cada grupo. Mientras llegaba la hora de sentarse a la mesa, decidí sentarme en un sillón individual que es complemento de la sala, fingí estar checando los mensajes en el celular, entonces, se me acercó mi nieta Valentina de 9 años de edad, me abrazó y me dijo que me quería mucho,  después acariciando mi cabello, me pidió le prestara el peine pues consideró que me encontraba despeinado; por un buen rato alisó mi cabello, y cuando consideró que ya estaba listo, me entrego el peine, me volvió a abrazar y me preguntó si yo había tenido también que dejar el hogar para estudiar; le respondí afirmativamente, pero le aclaré,  que quien forma parte de una familia donde existe el amor, jamás se sentirá fuera de su hogar. Ella me miró extrañada y me preguntó: pero si mi primo parece muy contento de irse a estudiar lejos de casa; le respondí; así parece, pero no, lo que tu primo está sintiendo en estos momentos es doloroso, pues en realidad nunca quiso marcharse, pero él espera en este viaje y en su lejana estancia,valorar todo lo que significa el amor por la familia; él, cuando se encuentre solo en ese cuarto de hospedaje, derramará las lágrimas más significativas de su vida, las de un niño que deja a su madre, y las del inicio de su madurez como hombre.

Valentina me miró como tratando de comprender lo que estaba diciendo, pero, prefirió seguir pensando como niño, dejando para después, el despejar su duda.

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