Mira cómo les vuela el cabello a las muchachas, mira cómo los rayos del sol broncean sus delgados brazos, sin quitar el sonrojo de sus bellas caras, delineando cual artista famoso, su perfil de diosas tan soñadas; mira las largas faldas ondeando, como banderas al viento, y nosotros, igual, no dejamos de mirar tanta belleza, dándole gracias a Dios y a la naturaleza, por vivir momentos de tanta dicha y nobleza.
¿Que a dónde vamos? Vamos a donde nos lleve la vida, mientras los autos sigan rodando por la ruta debida, y mientras la juventud dure, no dejemos de apreciar lo afortunados que somos de vivir en libertad, de poder abrir los brazos para atrapar todos los elementos, y soltarlos a tiempo, como si todo se tratara de un hermoso cuento.
Mira que ya vamos llegando, ya se ven a la orilla del río, las copas de los grandes árboles saludando, busquemos pues, la mejor de las sombras, hagamos todos, espacio, para seguir disfrutando del paraíso heredado, unos sentados, otros parados, todos platicando de los viajes pasados.
Que bajen mesas y sillas, la más cómoda para Tulitas y para mi madre, que estén muy cerquita para que platiquen sus cosas; que alguien cuide a los niños, Carolina es la indicada, al fin es maestra y cuidará que no se metan a lo hondo, que no les piquen la hiedra, o los fastidiosos jejenes.
Jorge y Jesús, se aprestan a bajar las hieleras, Tello y Rita al pendiente de nuestras madres, que si quieren agua, que si una papita, que si un pedazo de pan, que si les da el sol en la frente, que está el día caliente.
Atiendan a Don Aristeo, dice mi madre, ofrézcanle una cerveza y díganle a Virgilio, que vaya prendiendo la lumbre, no quiero que se haga tarde, como es ya una costumbre; mamá, dígale a Salomón, que pasea por la orilla del río de la mano de María Elena, como siempre, buscando piedras en forma de corazón, o en los tallos grabando un recuerdo de amor.
Eran nuestras visitas al río, muy temprano por la mañana, fuera el sábado o los domingos después de la misa, éramos tantos y tan unidos, que por más organizados, siempre salíamos tarde, pero la verdad, cómo nos divertíamos.
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