En ocasiones me veo en una encrucijada, como seguramente muchos de ustedes lo han sentido, ¿cuál será el camino? me pregunto, ¿cuál mi destino? tal vez sólo hay que seguir adelante, en la confianza de saberse amado y protegido por quien nos dio la vida y creó el universo.

Es mi espíritu viajero el que habla hoy, contando algo que para él no parece irreal, pongamos atención a la siguiente narración:

No acabo de cruzar el puente, titubeante me he detenido en la parte media del mismo, tímidamente miro hacia atrás y me gana la nostalgia, y cuando veo al frente, apenas alcanzo a divisar una tenue luz lejana, que me indica por dónde debo de caminar.

En esta medianía donde me encuentro hoy, puedo apreciar que en la mitad de atrás el río fluye en ocasiones con envidiable calma, contagiando un ánimo positivo que llena mis vibraciones de armonía, pero, de vez en cuando, queriéndose mostrar muy vivo, transcurre, haciendo demostraciones de una corriente que demuestra valentía, mientras que la mitad de adelante, el agua se aprecia turbia, evitando así ver el fondo de las cosas que nos pasan, limitando el soñar con la esperanza, y el agua se desliza lentamente, como si se quisiera estancar, como si no pasara nada.

Estoy parado a la mitad del puente de mi vida, mi mano izquierda está sobre el barandal que aún se percibe tibio por el paso de los dichosos días, mientras que mi mano derecha, apoyada en el otro extremo, sólo percibe el frío de la incertidumbre que nos aqueja.

Mientras estoy parado en la medianía del puente, una suave brisa refrescante empieza a soplar de manera galopante, y siento cómo su fuerza quiere empujarme, para por fin cruzar, para ir en la búsqueda del valor que me ha faltado, para confiar en la fe que por años he pregonado.

La brisa sopla cada vez más fuerte, la bruma empieza a disiparse, y la luz que me guía para concederme la sabiduría, me invita a no detenerme en este instante, a dejar el miedo paralizante de la mentira, me invita a seguir caminando hasta encontrar lo que tanto he estado buscando y no he podido encontrar, porque siempre ha estado conmigo, generando felicidad, apoyándome con lo más aciago.
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