Mi padre era Químico Framacobiologo, pero después de su jubilación o pensión, le dio por decir que era ganadero; como mucho se aconseja a las personas que están próximas a jubilarse, que tengan un plan previo a la misma, imaginé que él ya tenía previsto a qué dedicarse cuando llegara esa etapa de su vida profesional, así es que, fui a visitarlo para felicitarlo, más cuando lo hice, él se rió de mi ocurrencia y tal vez de mi inocencia, pues no existía tal rancho, mucho menos el ganado, y me explicó que lo de ganadero sólo era un dicho entre amigos, porque se refería a que estando libre de toda atadura laboral, podía “ganar” para donde se le antojara; mas, yo sintiéndome un poco decepcionado, le repliqué respetuosamente, que él no necesitaba jubilarse para ir a donde se le antojara, pues dentro de su forma de ser, y desde que yo tuve uso de razón, lo hacía; desde luego, que a mi padre no le hizo gracia mi reflexión, pero como siempre tenía el buen humor a flor de piel, me dijo, fíjate que precisamente, estoy necesitando un chofer para salir a Monterrey, pues tengo una velada con unas amistades, así es que te me alistas porque nos vamos a las 7 de la noche; no me puede negar a su petición por dos razones: la primera, siempre le guardé un respeto incuestionable; y la segunda, era una valiosa oportunidad para pasar algunas horas juntos; eso para mí era tiempo muy valioso, ya que raramente se podía entablar una conversación personalizada, pues siempre estaba rodeado de amistades y yo tenía muchos deseos de encontrar respuestas; así es que gustoso fui a prepararme para la salida, y de pronto, ya estaba más que listo en el auto, con ambas manos aferradas al volante; un par de minutos después, llegó mi padre con el estuche de su guitarra y una hielera, y apenas nos habíamos alejado unos cuantos kilómetros de nuestra querida Ciudad Victoria, procedió a prepararse una bebida para el camino, misma que acompañaba degustando algunas botanas; ya en la oscuridad de la carretera, viajamos unos minutos en silencio, como si ambos estuviéramos haciendo una oración, pero, en lo que a mí respecta, me encontraba pensando cuál sería la mejor manera de abordar un tema sin causar la más mínima insinuación de reproche, así es que, rompíel silencio hablándole sobre las cosas que de antemano sabía le agradaban, algo así como: Te mandó saludar fulano de tal, refiriéndome a un prominente político del momento, o, me dijeron que estuviste en la fiesta de… y que tu interpretación causó sensación; él me miraba de reojo y sólo decía unas cuantas palabras, después volvía a su silencio, y yo me preguntaba ¿Qué estará pensando en estos momentos, estará viendo la mejor manera de hablar conmigo sobre todo lo que debo saber sobre nuestra familia?, pasaban algunos minutos, y de nuevo me veía de reojo, y se preparaba otra bebida, y a mí sólo me ofrecía la botana, por lo que en ese momento pensé: Después de todo, qué responsable es mi padre, evita que tome bebidas cuando estoy al volante; y queriendo romper de nuevo aquel sepulcral silencio, le hablé sobre la calidad de las botanas, a lo que él dio su punto de visita, pero igual regresaba a su mutismo. Estando cerca de nuestro destino, por fin me preparó una bebida, y como suele suceder cuando no se tiene mucha afición por las bebidas espirituosas, debido a su efecto, me volví un parlanchín, entonces mi padre me miró de reojo y me dijo:
De haberlo sabido, te hubiera obsequiado desde el inicio de nuestro viaje las bebidas, así me hubiera podido mantener despierto todo el camino, pero traía un sueño tan retrasado, y la verdad, me daba temor de que te fueras a quedar dormido al volante, por eso de vez en cuando, al cabecear y despertarme, me servía otra bebida. Con esas palabras, en un abrir y cerrar de ojos se resolvió el misterio de su silencio.
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