¿Que a dónde voy? Me pregunta mi conciencia, y le respondo, mejor pregúntame dónde he estado, y hoy viajando a través de la dimensión espiritual me encontré con  las experiencias que le dieron sentido y propósito a mi vida, con ello me pude percatar de la energía que impulsó la fuerza corporal y mental para resolver los enigmas que la divinidad me ponía, ya no como una prueba de mi capacidad para resistir la adversidad, sino como la develación de una verdad, sobre la voluntad que emana del ser Supremo para encontrar verdad que permanece oculta a la mayoría de nosotros, mientras permanecemos estacionados en el espacio y el tiempo donde vamos desarrollando nuestra personalidad, y donde utilizamos herramientas como la ética, nuestra capacidad cognitiva, afectiva, corporal y espiritual.

Todos mis pequeños infiernos se generaron, algunos, con motivo de defender mis derechos humanos, laborales y políticos, otros; por defender mi dignidad como persona, apoyado en principios fundamentales como la equidad y la justicia.

No vivo más con el sentimiento de duelo causado por el fallecimiento de los anhelos tan deseados, porque nunca, a pesar del mal trato recibido por los que buscaron opacar mi trayectoria, pudieron minimizar el ánimo de seguir adelante hasta alcanzar las metas que me propuse, que, por cierto, nunca fueron alimentadas por la ambición de poder o de dinero, sino por el servicio desinteresado de ayudar a mi prójimo.

Hoy he logrado trascender a otra dimensión, ahí, donde se logra la comunicación con Dios, reconociendo con ello el hecho de que todo lo interpretado como negativo en mi vida, en realidad, fue una valiosa oportunidad para comprobar que nunca he estado sólo en mi proceso de evolución hacia la nueva vida, Jesucristo y su Palabra viva, han sido el sólido cimiento de mi crecimiento espiritual.

¿Que a dónde voy? A donde el amor es una realidad y no una palabra, a donde mi fe me lleve, a donde la verdad aclare cualquier duda que encuentre por el camino.

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