En un tiempo me dio por escribir guiones para teatro de la salud, recuerdo que tenía pocos años de haber ingresado a trabajar para los Servicios Coordinados de Salud Pública en el Estado de Tamaulipas, como responsable médico de una unidad que sólo existía en teoría, pero que debía de funcionar, esto se debía a que estábamos dentro de un plan piloto experimental. Me preocupaba sobremanera la forma de cómo hacerle llegar a la comunidad los mensajes para el autocuidado de su salud; mi adscripción estaba en ciudad Mante Tamaulipas, donde la infraestructura y la organización de los servicios de salud en aquella localidad estaba limitada por razones presupuestales; por ello, la promoción y educación para la salud se realizaba igualmente con limitaciones, pero,  la falta de recursos materiales se compensaba con la verídica vocación de servicio del personal que conformaba los Centros Comunitarios de Salud en Áreas Marginadas Urbanas, que para mí, fue la escuela de salubristas donde forjé mi espíritu sanitarista.

Un buen día, nació en mí la iniciativa de formar un grupo de teatro para la salud y como comento líneas atrás, los primeros guiones que escribí vinculaban la interacción de todos los agentes involucrados en la prestación de los servicios de salud y los resultados esperados, tanto por la institución como por la comunidad. La primera puesta en escena tuvo como sede el Teatro del Seguro Social de aquella ciudad cañera, el elenco lo integraron tanto el personal de los Centro Comunitarios como del Centro de Salud Rector, la trama de la obra exhibía a todas luces una crítica constructiva sobre las deficiencias que vulneraban el Sistema Local de Salud, donde la falta de una buena planeación y de coordinación entre los tres niveles de gobierno, eran evidentes, tal vez, porque anteriormente todas las políticas, incluso la de salud, eran dictadas por la Federación, sin tomar seriamente en cuenta la diversidad de factores que diferenciaba la provincia del centro de la República. No quiero presumir de mi trabajo como guionista y director escénico, pero cada uno de los papeles interpretados por mis compañeros no requirió ni siquiera una cantidad de ensayos que asegurara el éxito de sus participaciones, porque siento que estaban viviendo el día a día de su desempeño profesional e institucional, pero, como suele suceder cuando se hace una crítica, aunque sea constructiva, algunas de nuestras muy estimadas autoridades mal interpretaron el esfuerzo de los trabajadores, y aunque no prohibieron abiertamente que se continuara con el proyecto, sí dejaron sentir el poder de su decisión de la forma acostumbrada, más esto no fue suficiente como para doblegar la noble naturaleza de los salubristas de vocación, que pueden decir con orgullo: Nuestra Secretaría de Salud; y que lo mismo están en las buenas que en las malas, compartiendo la responsabilidad de la mejora continua de los servicios de Salud.

Por cierto, el 17 de Julio del presente, los Centros Comunitarios de Salud en Áreas Marginadas Urbanas estarían cumpliendo su 44° Aniversario, vaya un afectuoso abrazo y una felicitación desde este su humilde espacio periodístico para todos aquellos que aún conservan su sentido de pertenencia a ese honroso grupo de trabajadores que dio gloria a nuestro Sistema Estatal de Salud.

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