Quise caminar sobre los mismos pasos de ayer, pero, temí borrar las huellas del pasado; estas, seguían ahí tan claras como si hubiese sido hoy cuando pasé por esos sitios, y cuando estuve interactuando con tantas personas de las que aprendí algo valioso.

Muchos de nosotros, en alguna ocasión hemos pensado que los llamados errores, son situaciones que jamás debimos vivir, esto ocurre seguramente, porque de primera intensión, sentimos que nos dejaron una “mala experiencia”, pero con el tiempo, cuando hemos alcanzado mayor madurez, llegamos a la conclusión de que todo lo que nos ocurre y que clasificamos como malo, conlleva una lección de vida, que suma puntos a nuestra sabiduría.

La sabiduría se nutre precisamente de todo tipo de experiencias; cuando te permites ver más allá del significado de los hechos rutinarios o de las palabras cotidianas que no se traducen como una verdad; cuando logras definir que una situación no es sólo parte de la superficialidad, que lo que experimentas conlleva un llamado a tu capacidad solidaria o a tu virtuosa misericordia, hasta entonces, te dispones a brindar el apoyo que corresponde. Sin duda, que siempre se debe de tener la precaución de no caer en un engaño.

Hace un par de semanas, platicaba con un grupo de jóvenes, uno de ellos, poseedor de una especial sensibilidad para aprender, me comentó que le llamaba la atención el hecho de que yo fuera una persona extrovertida que transmitía emoción en mi conversación; le devolví el cumplido, diciéndole que me sentía muy afortunado de poder encontrar  personas jóvenes a las que les gustaba escuchar; desde luego, que esa virtud, en estos tiempos, es un tesoro, ya que es difícil distraer la atención de los jóvenes cuando están inmersos en alguna de las aplicaciones de sus teléfonos inteligentes. Le dije también, que esperaba no estarles robando su valioso tiempo, porque seguramente tendrían cosas más importantes que atender, al decirlo, algunos asintieron con la mirada, pero estaba  seguro, que por el interés que ponían cuando lograban poner atención, algo de lo que escuchaban, les estaba sirviendo, sobre todo, para contestar preguntas que suelen quedar sin respuesta a esa temprana edad.

 

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