No se nos ocurre otro calificativo parra los miembros de la industria farmacéutica, por la forma tan desmedida en que han incrementado sus ganancias so pretexto del comportamiento del dólar ante el peso mexicano y otros más, cuyo objetivo final es ensanchar sus cuentas bancarias.
Quienes vivimos con un diagnóstico de enfermedades crónicas como diabetes o hipertensión, por mencionar solamente algunas, sabemos la importancia de los medicamentos y la disciplina con que hay que tomarlos para evitar males mayores que pueden desencadenar en incapacidades permanentes o la muerte. Tenemos idea de la importancia y se la damos, muchas veces complementando los insumos que nos ofrece el IMSS o el ISSSTE, y en algunos casos, el Seguro Popular, y compramos los que nos hacen falta o que tienen un efecto mucho mejor que el de los que están inscritos en el Cuadro Básico de medicamentos, que limita mucho la compra y entrega de estos al paciente.
Y es cuando acudimos a alguna de las farmacias de la localidad, tanto de cadena o las pequeñas que muy pocas veces mejoran los precios.
En algunas cadenas nos engañan permanentemente con descuentos inexistentes, como es el caso de la cadena Guadalajara: siempre nos ofrecen medicinas con un gran descuento, y nos las venden al precio que debe de ser: inflan el precio “ofrecido” al público y luego aplican el descuento, y así, no pierden y nos vamos con la idea de que nos descontaron mucho.
Nadie se cree que en un medicamento nos descuenten el 60 o 70 por ciento de su costo, y en algunos casos hasta más. No son hermanas de la caridad ni altruistas: son negocios y como tales actúan.
Y entendemos que es un negocio, pero…¿los aumentos tan desmedidos? El ejemplo de las insulinas, vitales para un paciente con diabetes: en diciembre el “vial” de insulina Humalog costaba alrededor de 500 pesos; ayer, costaba 900, es decir, 80 por ciento más caro, y nos hicieron un generoso descuento de unos 200 pesillos según la nota. El descuento aplicaba antes. Otra insulina es la Ryzodeg, q ue costaba en diciembre 1300 pesos, y ahora se comercializa en más de 2500 pesos la caja con cinco jeringas aplicables.
Así de desmedidos son sus precios y ganancias, y el que paga es el paciente, en una de las acciones más villanas y deshumanizadas de una autoridad federal que permite este tipo de abusos.
Hemos sido partícipes de inquietudes de la gente, usuarios de medicamentos muy costosos, porque los legisladores de nuestro país hagan leyes que eviten que estos monstruos se enriquezcan en un día con nuestras recetas, y que ganen, pero lo que es justo.
Cheque usted los antibióticos y verá que los precios están inflados poco más del doble de cuando iniciamos el año.
Es criminal, es un acto de asesinato masivo palatino: quien hace que no podamos comprar medicinas, atenta contra nuestra integridad física y moral, contra nuestro patrimonio y no tiene perdón, pero tampoco olvido, y algo se debe de hacer a nivel legislativo para frenar estos abusos, ya que la medicina resulta vital para muchos de nosotros. Casi todos, podría decirse.
Molesta, duele, enoja, deprime el ver que quienes llegan no hacen nada por mejorar este aspecto, y en contraparte, a nivel federal autorizan la circulación y venta de medicamentos que no tienen las sales que dicen tener, constituyendo un enorme y grave delito de atentado contra los miles que lo compran y creen que están siguiendo el tratamiento al pie de la letra.
Hay quienes creemos que va a mejorar todo este nido de corrupción, pero al ver la forma en que se conduce y protege al delincuente “Napito”, a los enemigos de la honestidad probada y que conforman los gabinetes nuevos, no nos queda ás que seguir enojados, “apechugar” y tragarnos el coraje que se siente cuando nos venden a precio inalcanzable lo que requerimos básicamente para vivir.
Es donde se justifica el calificativo de: “no tienen madre”.
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