Septiembre de 2024 marcó un punto de quiebre para el diputado local de Morena, Alejandro Ruiz Nava, quien, en un intento por defender lo que él percibe como los derechos de los hombres, dejó caer una de las declaraciones más absurdas y controversiales en la historia reciente de la política tamaulipeca.

En una entrevista, Ruiz Nava afirmó que negarse a preparar la comida o tener relaciones sexuales con un esposo o pareja constituye una “micro violencia”.

“Que no le hace lonche, que se puede decir que es una micro situación de violencia si no comparte una noche con él, es decir, que le duele la cabeza y que no quiera tener una relación sexual también es una micro violencia porque no está cediendo a estar con su pareja”, declaró, ante un grupo de reporteros.

Sin embargo, lo que parecía un desliz aislado fue sólo el principio de una serie de comentarios aún más desconcertantes.

En un claro intento de victimizarse, Ruiz Nava no sólo justificó sus palabras, sino que afirmó que los hombres son objeto de una violencia sistemática y que las denuncias sobre maltrato a hombres no reciben la atención adecuada.

 A su juicio, el sistema está sesgado en favor de las mujeres, ya que, según él, “no existe ninguna dependencia especializada en la atención de hombres que sufren violencia”.

Estas declaraciones no sólo carecen de sustancia, sino que también distorsionan la realidad. La violencia de género es un tema serio que afecta a millones de mujeres, y el hecho de que un político con una tribuna pública elija trivializar estos problemas es profundamente irresponsable.

Para colmo, Ruiz Nava utilizó el argumento de una futura “secretaría de la mujer” y las múltiples instituciones que, según él, benefician a las mujeres, para resaltar la aparente “desigualdad” que los hombres enfrentarían en cuestiones de apoyo institucional.

El diputado incluso exhortó a sus compañeros a no aprobar leyes que, según él, “destruyen”, sino a buscar mecanismos de mediación en los conflictos familiares, como si la política pública fuera una receta para resolver disputas domésticas.

Hoy con un gran descaro, al verse expulsado del partido Morena, Ruiz Nava no dudó en recurrir a la consabida táctica de la “persecución política”. Ahora, lejos de aceptar la consecuencia natural de sus palabras y acciones, el exdiputado se presenta como una víctima, despotricando contra los que, según él, intentan callar su voz.

En una sociedad que sigue luchando por alcanzar una verdadera igualdad de derechos y oportunidades, declaraciones como las de Ruiz Nava son un retroceso. Tratar de desvirtuar la lucha feminista con argumentos tan vacíos no sólo hace daño a la política, sino que menoscaba los esfuerzos por construir una sociedad más equitativa para todos, sin importar el género.

Al final, la verdadera micro violencia es aquella que minimiza y distorsiona los derechos de las personas, utilizando el discurso político como una herramienta para perpetuar la desigualdad. Y eso, lamentablemente, es lo que hoy hace Ruiz Nava.