Es preocupante reconocer que los habitantes de la Tierra no estamos respetando nuestro medio ambiente como deberíamos. Por esta razón, se ha debatido ampliamente si el período actual debería denominarse “Antropoceno”. Aunque las cinco extinciones anteriores en el planeta fueron causadas por fenómenos naturales, ahora nos enfrentamos a la posibilidad de que la sexta extinción sea provocada por la actividad humana.
El término “Antropoceno”, aún no está reconocido por la “Comisión Internacional de Estratigrafía”, pues todavía se encuentra en proceso y sujeta a debate y evaluación científica. El “Antropoceno” proviene del griego “anthropos” que significa “humano” y “kainos” que significa “nuevo” o “reciente”, por lo tanto, se define como una época en donde las acciones humanas como la emisión de gases de efecto invernadero, han tenido un impacto significativo en la Tierra, las cuales han alterado de manera irreversible el sistema geológico y ecológico.
La Unión Europea en su esfuerzo por reducir las emisiones de efecto invernadero, se ha propuesto reducir para el 2030 un 55% respecto los niveles de 1990 y debe alcanzar cero de emisiones para el año 2050, razón por la que implementado siete medidas principales como son: reducir las emisiones en el transporte; establecer normas para ahorrar energía e invertir en energías renovables; impedir la deslocalización de industrias emisoras de gases de efecto invernadero; así como, impulsar el primer gran mercado mundial del carbono; fijar objetivos de reducción para cada país de la UE; y el fomento de bosques y otras zonas de captura de carbono.
El “Protocolo de Kioto” fue adoptado en 1997 entrando en vigor en 2005, estableció metas coordinadas con la Unión Europea respecto a la reducción de emisiones en el periodo de 2008-2012. Lo mismo ocurrió con el “Acuerdo de Paris” adoptado en 2015 y entrando en vigor en el año de 2016, la Unión Europea desempeño un papel activo, que como objetivo principal fue limitar el aumento de la temperatura global, así como aumentar la participación de las energías renovables y desarrollar la eficiencia energética como parte de su aportación para abordar el cambio climático. Es así como la Unión Europea se ha convertido en el actor importante en los esfuerzos internacionales.
Sin embargo, ¿cómo hemos llegado a este punto? Como he señalado en varios de mis artículos, el mundo experimenta períodos o ciclos en el tiempo, ya sea en el ámbito económico, social o histórico. En este caso, me centro en el aspecto ambiental, al que podríamos denominar fases de crecimiento, seguidas por fases de crisis, como ocurre actualmente en el tema del medio ambiente.
Este fenómeno tiene sus raíces al concluir la Segunda Guerra Mundial, marcando un período de gran prosperidad. Durante esta época, los países más desarrollados presenciaron cómo las familias adquirían automóviles y añadían neveras a sus cocinas, mientras que viajar en avión se convertía en una ventaja exclusiva para los más acaudalados. Este lapso, conocido como el apogeo de los plásticos, los antibióticos, la televisión y las primeras computadoras, así como los avances en la exploración espacial, conllevó a un incremento significativo en el consumo de energía y materias primas.
A finales de los años sesenta, el petróleo emergió como la principal fuente de energía. Durante este periodo, las personas contemplaban la posibilidad de coches voladores y visualizaban un futuro cercano con viajes estelares y naves espaciales, incluso con anuncios de paseos y recorridos diseñados para disfrutar con toda la familia.
Los límites que deben establecerse, sumados al desconsiderado crecimiento de la industria en la producción masiva de artículos y al descuido en el uso de materias primas contaminantes, han ocasionado un daño sin precedentes a nuestro medio ambiente. Este impacto se evidencia de manera clara en el calentamiento global, manifestándose en la transformación de extensas regiones en zonas desérticas áridas y en el surgimiento de conflictos hídricos destacados.
La falta de una cultura y educación ambiental adecuadas contribuye a que las personas adopten comportamientos ajenos al cuidado del medio ambiente. Algunas sostienen la creencia de que el calentamiento global está lejos de ser una realidad, atribuyendo los eventos que ya causan estragos en el mundo, a causas distintas del calentamiento global.
Por lo expuesto, es crucial contar con la colaboración de todos para, junto con las autoridades encargadas de fomentar el desarrollo sostenible, iniciar prácticas cotidianas que contribuyan a preservar nuestro entorno ambiental.
Con relación a nuestra entidad, en la publicación oficial en la edición vespertina número 60 del 18 de mayo de 2023, en la cual se dio a conocer el “Acuerdo Gubernamental mediante el cual se crea el Consejo Estatal de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible del Estado de Tamaulipas”, que establece como principal objetivo del Consejo el “seguimiento y toma de decisiones en torno a la implementación de los objetivos de desarrollo sostenible de la Agenda 2030”, vinculada con el Consejo Nacional, los poderes Legislativo, Judicial y los municipios.
Esperemos que este año se den a conocer proyectos estratégicos que inicien políticas vinculadas a una mayor coherencia en el cuidado del medio ambiente. Por cada acción por pequeña que esta sea, cuenta enormemente en la construcción de un futuro sostenible. Consideremos que las generaciones futuras dependerán de los recursos disponibles en el planeta; reflexionemos, la Tierra está clamando por ello.
Un proverbio africano que resuena con esta temática expresa: “La Tierra no nos fue heredada por nuestros padres, nos fue prestada por nuestros hijos”.