El título de esta colaboración, aunque lo parezca, no es una redundancia. Repetir el adjetivo tiene fundamento.
Para tratar de explicar la duplicación de la palabra, habría primero que entender lo que es una guerra sucia, en este caso, en el terreno de la política.
Lo que voy a decir a continuación es seguramente una barbaridad para muchos: La guerra sucia es un arte. Oscuro, pero lo es.
Tiene base esa apreciación, porque esa práctica debe ser el resultado de una mezcla de habilidades que no nacen en una maceta.
Para obtener los resultados esperados, una estrategia de ese tipo debe integrar amplio conocimiento del terreno en el que se incursiona, así como del perfil, debilidades y fortalezas de los protagonistas, en este caso víctimas.
En forma paradójica debe contener una dosis de verdad para que sus efectos no mueran en el momento de nacer, en una delicada mezcla de hechos auténticos y falsos que sean capaces de crear la duda e inclusive la condena social hacia una persona o acción.
En ese terreno tan complicado, son pocos los que pueden hacer brillar el lodo. En otras palabras, así como hay artistas consumados también hay bufones que en algunos casos rayan en el cretinismo.
Viene al caso todo esto por dos casos de guerra sucia que recorrieron las redes sociales en la semana recién pasada en esta capital. Uno de ellos dirigido al ayuntamiento de Victoria y el otro al ex beisbolista victorense de las Grandes Ligas, Ismael Valdez, conocido como “El Rocket”.
En el relativo al gobierno municipal capitalino, circuló un documento apócrifo que no tiene desperdicio, pero como ejemplo de lo que se debe hacer para evidenciar una “fake news”, a través de un supuesto oficio en apoyo de un evento del gobernador del Estado.
Los errores se los puede adjudicar la estupidez: En el papel, dos logotipos en el mismo “oficio” como si el ayuntamiento fuera una secretaría del Estado, acompañado de una redacción infumable, en lo último que haría cualquier persona con dos dedos de frente: Dejar un testimonio por escrito de una supuesta violación a la ley ¡y firmarlo!
El segundo caso, el ataque al “Rocket”, se derivó de su supuesta inclusión como precandidato de MORENA a la alcaldía de Victoria.
En una “denuncia”, se exhibió como si fuera un pecado, que el ex pelotero tiene un rancho en el municipio de González, en donde el agua abunda y le permite que buena parte del inmueble tiene sistema de riego. El ataque sostiene que Valdez es una vergúenza para su ciudad natal porque él tiene agua de sobra en González mientras en Victoria su desabasto es una tragedia.
Qué demonios tiene que ver González con Victoria, el Diablo lo sabrá. Otra vez la estulticia mostrándose a plenitud.
Pululan muestras de estos intentos por desprestigiar o crear una mala imagen, pero realizados con el estómago y no con el cerebro, lo que exhibe dos certezas, indeseables para quienes las provocan:
Una, la fata de inteligencia o por lo menos sentido común para tratar de hacer daño y la otra es que en lugar de lastimar a sus destinatarios, los fortalecieron al dejarles el papel de agredidos. Quienes idearon esas acciones hicieron lo impensable: ¡Ensuciaron a la guerra sucia!
Con este escenario, surge una sugerencia para las fallidas víctimas de estos escarceos:
Cuiden a esos enemigos, porque por lo visto son los mejores amigos que pueden tener para sus posibles campañas electorales…
EL OMINOSO SILENCIO
En lo personal me parece sospechoso.
En los días cercanos, se redujo el volumen de las voces federales sobre el proceso de desafuero que promueve la Cámara de Diputados contra el gobernador de Tamaulipas. De la estridencia cotidiana se pasó a un discreto manejo mediático y relegamiento del tema a un lugar secundario en la agenda. Prácticamente le dejaron el balón al Estado.
No sé si sea el caso, pero el silencio en esos círculos no es sinónimo de tranquilidad, sino de trabajo en lo oscuro.
Los días subsecuentes serán fundamentales para saberlo…
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