Y si en la cercanía de un día tan especial vinieras, y si no necesitaras regresar porque nunca te fuiste, y si el no verte no es un problema de ausencia, porque tu presencia es tan frecuente, que te pierdes entre las horas que pasan desapercibidas, por estar siempre corriendo tras la nada, con la capacidad mermada de descubrirte en la dimensión del tiempo en el que dices existes.
Y si no dijera nada, no pensara, y con ello lograra paliar la incomodidad que me causa el no poder lidiar con lo desconocido que tengo frente a mí.
Y si el calor que siento, es el roce de tu sombra cuando pasas junto a mí, o aquel frío que en la noche me aqueja, es tan sólo la sensación de vacío cuando te alejas, para no dar a mi alma más sorpresas. Y si todo este lío, no debiera de existir, por el hecho de tener muchas otras cosas por las cuales vivir.
Y si entender debiera, que he creado tantas cosas en mi mente, para no dejar de pensar en ti, para no aceptar que no estás aquí, para hacerme creer, que sólo te has marchado por un momento, para hacer crecer aún más tu esencia espiritual y consentir que el Señor te dé una forma nueva de existir, para que yo te pueda ver, o acaso sentir en aquello que pudiera presentarse ante mí, como materia de infinito potencial que se aclara ante mis mortales y desconsolados ojos.
Si yo pudiera, como sé que puedo con mi fe, decirte, que para Dios no hay imposibles, porque es mi Señor el Señor de vida y creador de todas las cosas, el vencedor de la muerte y salvador nuestro, es sin mentir, promesa de vida eterna.
Entonces, ábrase para los que murieron arrepentidos de sus pecados la puerta de la Gloria, alégrense los que padecen de tristeza por la ausencia mortal de sus seres amados, hoy les digo que nadie ha muerto del todo, porque el que cree en el Hijo del Hombre, vivirá para siempre y por él será amado.
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