En las últimas décadas se incrementa la frecuencia y capacidad destructiva de los desastres. América Latina y el Caribe están expuestas a huracanes que les azotan, con sequía prolongada en vasta área del Corredor Seco Centroamericano y Cono Sur, que atentan a los sistemas alimentarios y la provisión segura de agua potable, generando nuevos conflictos. Con frecuencia, lluvias torrenciales azotan fuera de temporada zonas vulnerables causando daños enormes. Estos fenómenos exigen política pública de gestión del riesgo en general, y de protección social, en particular. En su informe, el Grupo Intergubernamental de Expertos en Cambio Climático alerta que la tendencia al alza de la temperatura global está sin posibilidad de retornar a la situación anterior. La última ventana de oportunidad es lograr que dicha alza sea solo de 1.5 grados C para que a fines de este siglo no se llegue a peores escenarios.
Nadie está exento de sufrir embates de un desastre, prueba es la crisis sanitaria, social y económica por la pandemia de COVID-19. El desastre biológico lleva a los países a tomar medidas de emergencia de profundo impacto en economías, mercado laboral y bienestar general social. América Latina y el Caribe es la región más afectada. A octubre 2021 registra 18.5% de contagios y 30.3% de las muertes en el mundo, pese a que su población es el 8,4% del total.
La Comisión Económica para América Latina y Caribe (CEPAL) resume el impacto social en salida masiva de la mujer del mercado de trabajo, aumento de 22 millones de personas en pobreza (209 millones, 34% de la población de América Latina) Los Ministerios de Desarrollo Social son vitales para mitigar el riesgo y recuperación de las crisis ocasionadas por desastres. Son estratégicos para la resiliencia social e institucional de sistemas de protección social. La promoción de resiliencia social al fortalecer capacidad de prevención y respuesta, en hogares vulnerables. Resiliencia institucional es la capacidad para atender de manera integral y articulada los requerimientos de corto, mediano y largo plazo.
CEPAL contempla en desastres 2 líneas de acción: “fortalecer sistema de protección social integral y universal que considere enfoques de derechos, de género, racial, y de discapacidad”, y “aumentar la capacidad de respuesta de instituciones públicas y la resiliencia de poblaciones afectadas por crisis humanitaria y desastres, en especial aquellas en situación de pobreza, y la vulnerabilidad y limitada capacidad de respuesta de población infantil, mujer, persona mayor y en discapacidad”.
Es una invitación a los Gobiernos a adoptar reformas institucionales y establecer sistemas de protección social universales, integrales, sostenibles y resilientes, con sistemas de gestión de desastres, y políticas para futuros eventos extremos. Es llamar a la voluntad política para avanzar en espacios de cohesión social, nuevos pactos social y fiscal que posibiliten estos avances y apoyen la democracia. La crisis actual es un llamado de atención del planeta y a la acción de políticas hacia un desarrollo sostenible, sin dejar a nadie atrás.