“Las leyes son como las telas de araña, a través de las cuales pasan libremente las moscas grandes y quedan enredadas las pequeñas…”

Honoré de Balzac

El Congreso de Tamaulipas, representado por la Legislatura 66, vive una curiosa y a la vez reveladora paradoja.

Al parecer dentro de ese Poder nadie o pocos lo han notado o en el extremo de la indiferencia no le dan importancia, aunque en el terreno político y en este caso en que la Cámara Local intenta ser un clon de la 4T, se trata de un pecado mayor.

En los hechos, la actual diputación del Estado es una monumental contradicción de su hermano mayor, el Congreso de la Unión.

¿Còmo es posible eso?

Para comprender la contradicción es necesario visualizar dos escenarios, que se han dado casi en forma simultánea. Uno en el ámbito federal y el otro en el local.

En el primero, el federal, la semana pasada la fracción de Morena y aliados se ufanaron de estar entre los primeros del país en uncirse a la yunta del Congreso de la Unión para homologar en Tamaulipas la reforma laboral sobre salarios mínimos

Esto ocurrió por la urgencia de las cámaras Baja y Alta de concluir ese ajuste constitucional, dado que requerían de un porcentaje mayoritario de las legislaturas estatales para formalizar ese objetivo. Dicho de otra manera, el Congreso de la Unión, con todo su poder, debe y tiene que contar con el aval de las entidades federativas para reformar la Carta Magna, lo cual por lo menos en el papel, gaantiza que ese tipo de enmiendas cuente con la aprobación de la mayoria de mexicanos, representados en sus respectivos congresos. Una medida plausible, sin duda.

¿Y dónde está la contradicción del Congreso tamaulipeco a esa visión democrática?

Bueno, pues apenas unos días antes de todo esto, el pasado 3 de octubre, la misma Legislatura 66 hizo trizas ese principio en el Estado, al aprobar una iniciativa para desaparecer a los municipios en lo relativo a su aprobación en las reformas a la Constitución del Estado, con el argumento de que requiere actuar con mayor independencia, “sin las limitaciones impuestas por la intervención de los municipios”.

Válgame, el Congreso del Estado en forma anticipada le corrigió la plana al Congreso de a Unión al desaparecer casi de un plumazo un proceso legitimador de una reforma constitucional, paralelo en lo estatal al consenso que pide ese Poder federal a las cámaras locales. En otras palabras, la lectura es que lo único que deben hacer los municipios es aguantarse, porque su opinión qyuedó reducida a cero.

Cuidado, este antecedente tamaulipeco podría gustarle a la mayoría que rige en el Congreso de la Unión y en una de esas dictaminar que tampoco necesita de los congresos locales para hacer de la Constitución lo que le venga en gana.

Total, como les pasa a los ayuntamientos tamaulipecos ahora, no les quedará otra opción que aguantarse.

¡Viva la nueva democracia!…

HERENCIAS

En lo personal, me parece notoriamente injusto que se culpe al actual gobierno municipal capitalino del mal estado de parte de su vialidad.

El 90 por ciento de los pavimentos que existen en las calles victorenses son herencia de la mala calidad del material utilizado por administraciones anteriores o austeridades mal entendidas en los presupuestos.

Quienes residimos en Ciudad Victoria hemos sido testigos de los trabajos permanentes de bacheo y pavimentación que ha protagonizado el gobierno local para rescatar las vialidades afectadas, mejorar las existentes y abrir nuevas vías. Sería de necios negarlo.

Sin embargo, el ayuntamiento tendría que utilizar hasta el último peso de un presupuesto anual para remediar ese problema. Y hasta le faltarían recursos.

Históricamente, el gobierno del Estado ha apoyado ese renglón, lo que se agradece. Ojalá ahora se haga lo mismo.

Se puede exigir trabajo a un ayuntamiento, pero no milagros…

X: @LABERINTOS_HOY