En el lugar de los confinamientos, el que conocemos como hogar, dulce hogar, se está generando otra epidemia, no es nueva, normalmente ocurre por brotes esporádicos, y como todo evento epidemiológico se le ha dado tiempo suficiente para un periodo de incubación, seguida de la replicación de los factores condicionantes para despertar y liberar nuestras frustraciones, el enojo con nosotros mismos, con nuestros familiares, nuestros amigos, con la sociedad y el sistema de gobierno; y siendo yo un agente de salud con cierta experiencia, no pude evitar descubrir la evidencia de la aparición de un nuevo brote en la célula familiar; amante como soy de la medicina preventiva, con sumo cuidado me acerqué a mi mujer para explicarle de manera sencilla lo que estaba por desencadenar la mencionada epidemia; no me fue fácil convencerla de que iniciáramos un protocolo para evitar la expansión del mal que se avecinaba, lo digo porque ya empezaba ella a mostrar cambios en su actitud y conducta; pero al fin esposos y después de haber recordado solemnemente nuestros cuarenta y cinco aniversario matrimonial, qué mejor regalo para los dos de renovar nuestros votos de estar unidos en las buenas y en las malas. En cuanto pude captar toda su atención, le describí con detalle mi plan, cuidando no utilizar términos confusos o frases que pudieran indicar que pudiese yo sacar ventaja de su aplicación. Los puntos básicos son los siguientes: Reiniciar nuestra relación como si fuéramos novios, lo que incluye trato digno, romántico y amoroso; fortalecimiento de valores como la honestidad, la confianza, la equidad, la justicia, la empatía, la armonía y la paz doméstica; establecimiento de prioridades individuales y conjuntas; promover el autocuidado y el cuidado muto para la salud; fortalecimiento de la comunicación personal y disminución del uso de las redes sociales (comunicación virtual); promoción de hábitos saludables y difusión de los mismos al resto de la familia; aprovechamiento pleno de habilidades y la creatividad en beneficio de la unidad familiar.

Cabe mencionar que tuve que eliminar otros tres puntos porque mi esposa se empezó a inquietar, lo noté porque me preguntó:

-¿Y cómo crees que podríamos cumplir esos objetivos tan ambiciosos?

-Bueno, le dije, lo lograremos con voluntad y siempre velando por el bienestar de la unidad familiar.
-Me hubiera gustado participar en la elaboración del proyecto.

-No creas que no lo pensé, pero como te veo siempre tan ocupada y preocupada, pues quise evitarte la molestia de tener que sentarte a planear.

– ¿Imagino que aún puedo opinar?
-Desde luego siempre hemos privilegiado la democracia familiar.

_Para empezar me gustaría saber cómo piensas que se puede lograr a satisfacción los primeros tres puntos.
-Ya te dije, con voluntad, privilegiando la tolerancia, el respeto muto, sacando primeramente todo la negatividad que hemos acumulado durante tantos años y que de alguna forma una otra nos hemos callado, precisamente para no dañar nuestra relación, para ello te propongo una técnica, te vas a la habitación de arriba y gritas a todo pulmón todo aquello que te molesta y desagrada, verás que al soltar toda esa presión te sentirás mejor, yo te esperaré aquí abajo.

Muy decidida mi mujer subió y a los pocos segundos empezó a soltar todo lo que sentía le causaba mal, a pesar de encontrarnos retirados no pude evitar escuchar que la mayoría del enojo se relacionaba con mi manera de ser; cuando por fin bajó le pregunté ¿cómo te sientes, amor? y ella contestó esbozando una amplia sonrisa bastante bien ¿y tú? Sintiéndote tú bien yo también lo estaré, pero ahora que lo pienso, no sería mejor esperarnos a que pase la pandemia para poder elegir un lugar para los ejercicios anti estrés, porque hay un tumulto de vecinos fuera de la casa tal vez pensando en que estábamos discutiendo tan acaloradamente, que no dudo que le hayan hablado al 911 para reportar violencia familiar.

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