Engañar, difamar, traicionar y hasta matar son algunas de las bajezas que el ser humano hace para lograr el poder, quienes pensaban que una vez pasada la elección del 5 de junio, las disputas entre MORENA y el PAN iban a desaparecer o por lo menos a darse en su mínima expresión, estaban muy equivocados, la lucha por el poder es encarnizada y parece que no tiene descanso.
La Sexagésima Quinta Legislatura en el Congreso de Tamaulipas es un muy buen ejemplo de ello, desde que comenzó su labor en septiembre pasado, pero en especial en las últimas semanas, los morenistas y panistas se han enfrascado en una batalla ideológica, verbal y hasta física, argumentando que representan los verdaderos intereses del pueblo, aunque la realidad es que solo han querido imponer la voluntad de los grupos políticos a los sirven.
INCAPACIDAD PARA EJERCER EL PODER
Más allá de ideas bien definidas que se convirtieran en iniciativas de beneficio para los tamaulipecos, los morenistas arribaron al Congreso del Estado con la clara encomienda de enfrentar y porque no, reducir el poder del gobernador Francisco García Cabeza de Vaca en su último año de gobierno.
Ese ímpetu al que ellos llamaron justicia, pero que se acercaba más a venganza política, cegó la visión de la banca morenista y develó su incapacidad para ejercer el poder, ya que cuando tenían todo para ser un verdadero contrapeso, poco a poco fueron perdiendo fuerza, hasta convertirlos en un grupo parlamentario que, ante la falta de argumentos, lo único que les quedó fue la violencia.
Así fue como empezaron a desertar varios de sus diputados para unirse a los panistas, hasta que perdieron el control de la Junta de Coordinación Política, sus iniciativas más importantes fueron rechazadas en el pleno, pero lo más grave, es que no evitaron que los legisladores blanquiazules realizaran una serie de reformas para mantener el poder más allá del sexenio cabecista y que complicará el arranque del gobierno del Doctor Américo Villarreal.
PRIVILEGIAN INTERESES PARTIDISTAS
Sin duda los diputados panistas han sido los triunfadores en el primer año legislativo al capitalizar los terribles errores de los morenistas. Sin embargo, el enfoque de sus iniciativas ha devalado su verdadero rostro, alejado de los intereses de los tamaulipecos y privilegiando las indicaciones del poder estatal.
Para desgracia de los victorenses los panistas votaron contra el Fondo de Capitalidad que le inyectaría cientos de millones de pesos para desarrollar la infraestructura urbana de Victoria, recursos que tanto requiere, y que por decisiones políticas fue rechazado, al igual que la iniciativa para eliminar el cobro de canje de placas, esto al cierre del primer período ordinario de sesiones.
Cuando los tamaulipecos les quitaron su confianza el 5 de junio, los legisladores azules presentaron una serie de iniciativas en “fast track” para mantenerse en el poder más allá del cambio de gobierno en Tamaulipas, primero blindando la Junta de Coordinación Política hasta que culmine esta legislatura.
Y segundo con las reformas en el ámbito de la seguridad pública, al trasladar del ejecutivo estatal el Secretariado Ejecutivo del Sistema Estatal de Seguridad Pública (Sesesp), la Unidad de Inteligencia Financiera del Estado (UIFE), la Fiscalía Especializada en Combate a la Corrupción (FECC), y el Centro de Análisis, Información y Estudios de Tamaulipas (CAIET), el C-4 y el C-5 a la Fiscalía General de Justicia del Estado encabezada por Irving Barrios, colocado por el actual gobierno estatal.
LA PEOR LEGISLATURA
Para muchos ciudadanos, la 65 Legislatura ha sido la peor en la historia de la entidad, los morenistas por su incapacidad para retener el poder e implementar en el ámbito legal el modelo de la 4T y los panistas porque con tal de conservar el control, han comprado, amenazado o arrebatado el poder y con movimientos legislativos han asegurado su permanencia para seguir mandando en una parte de la vida política del estado, pesé a que los tamaulipecos fueron claros y los rechazaron en las urnas.
Las expectativas a corto plazo no son halagadoras, con morenistas y panistas como antagónicos, enfrentándose por alcanzar o mantener el poder, donde lo más importante no son los ciudadanos y sí sus intereses de grupo. ¿Los tamaulipecos merecemos está clase de representantes populares? Estoy convencido que no, pero como siempre tendremos que aguantarlos, justificarían algunos políticos: no se espanten, al fin y al cabo, es la lucha por el poder.
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