El célebre personaje de un comic argentino, “Condorito”, suele manejar una frase cuando no entiende lo que sucede:
¡Que alguien me explique!
Viene al caso recordar esas palabras porque es opinión generalizada que el Partido Revolucionario Institucional en Tamaulipas es un cadáver o está en vías de alcanzar esa condición y curiosamente a casi todos les preocupa lo que está haciendo para renovar su dirigencia en el Estado.
Si me permite, expongo el caso de Edgar Melhem Salinas como ejemplo, quien en los días cercanos ha sido mencionado como prospecto sólido a tomar esa encomienda, a la cual muchos ex próceres del tricolor le sacan el bulto a pesar de lo que han obtenido de esa facción política.
Para tratar de deslegitimarlo, han aparecido en redes lo que pretende ser denuncia y termina en disparate, como es el hecho de que intenten satanizarlo porque alguna vez la antes titular de SEDATU, Rosario Robles –hoy en desgracia– se refirió a él como uno de los mejores delegados de esa dependencia.
¡Válgame Dios! como decía mi queridísima madre.
Si ese es el “delito” que le achacan, les tengo dos precisiones.
En primer lugar, fingen saber poco o nada del mundillo político, porque igual que Robles todos los Secretarios dicen en cada Estado lo mismo de quien los representa. Es una especie de muletilla recurrente “para quedar bien” que muere en el momento que el alto funcionario deja el lugar visitado.
En segundo lugar, es una verdadera estupidez endilgar por una especie de ósmosis o contagio los pecados de otros a quien en algún momento fueron amigos o simples jefes como en el caso de Edgar lo fue doña Rosario.
Por favor, si esa fuera una consecuencia de una relación institucional o circunstancial, todos seríamos sospechosos de ser corruptos, abusivos o cómplices de alguien, dada la ineludible cercanía laboral o de vecinos de los implicados en alguna irregularidad.
En ese contexto, le narraré una sabrosa anécdota platicada por el excelente amigo y periodista Bladimir Joch, sobre el profesor Porfirio Saldaña, fallecido muchos años atrás y protagonista de diversas y chispeantes vivencias.
Cuenta Bladi que en una reunión sindical del magisterio algunas personas atacaban a otros porque presuntamente tenían nexos con quienes habían caído en excesos o algo parecido. Cuando le tocó el turno, el profesor Saldaña, de lengua filosa y sin límites para dar respuestas virulentas, se levantó y dijo –una disculpa por el lenguaje crudo– en voz tonante:
¡Quien no tenga en su familia una puta o un ladrón, que saque su cartelón…!
Aprendan hoy del profesor Porfirio quienes se arrogan el papel de ángeles del paraíso y pretenden atacar con “acusaciones” que en carne propia sí serían verdades monumentales.
Y por cierto, cuánto miedo parece haber en el ambiente a que el PRI se recupere. Habla ese temor, me parece, de que el supuesto difunto no lo es tanto y que con un líder adecuado, hombre o mujer, todavía puede sacar un susto…

EL OTRO “QUINAZO”
Hay que agradecerlo ciertamente.
Esta vez no hubo bazukas, no hubo puertas derrumbadas, no hubo violencia militar, no hubo pánico en la población y no hubo un Agente del Ministerio Público muerto en acción.
Como en Ciudad Madero cayó hace poco más de treinta años Joaquín Hernández Galicia, “La Quina” –de ahí el motejo de “quiñazo” – también cayó ahora el también dirigente de los trabajadores petroleros, Carlos Romero Deschamps, “gracias” al poder presidencial, aunque el segundo como señalé, sin disparos, por la vía de una dicen, voluntaria decisión.
Sí, el método fue diferente pero a la vez el resultado obtenido es paradójicamente el mismo.
Igual que en 1989, lo único que les pasó a los petroleros fue cambiar de amo…

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