Nos acostumbramos a la violencia y esto no es bueno para nuestra sociedad. Una población insensible es una población peligrosa”…

Isaac Asimov

Disparate, le llaman algunos. Distractor, otros. Es una ocurrencia, señalan los más cautos.

Aunque el comentario puede parecer a toro pasado, en realidad es muy actual.

Me refiero a una iniciativa de ley presentada en el Congreso de la Unión para proteger a los hombres que sean falsamente denunciados por mujeres ante presuntas agresiones físicas y sicológicas o acoso sexual, cuya prueba sustancial suele ser elpropio testimonio de la afectada.

A este escenario, su servidor difiere en definirlo como disparate.

Debo reconocer que me es difícil aceptar esta iniciativa no por sus alcances. sino por la baja calidad moral y patanería del autor de esa propuesta: Cuauhtemoc Blanco, el ex futbolista cuya habilidad que mostró en las canchas es directamente proporcional a su perfil de bellaco y a sus desplantes de bravuconería.

Odio prejuzgar, pero en este caso lo más seguro es que el “Cuau”haga eso sólo para salvar su pellejo –sus congéneres le importan un cuerno– pero al margen de este sujeto, la motivación de la iniciativa ciertamente tiene sustento. No hablo del caso del ahora diputado federal, sino en términos generales.

Es una realidad conocida en los juzgados y tribunales, que los padres (los varones) son en multitud de ocasiones denunciados falsamente por malos tratos –físicos y/o psicológicos– por muchas madres en litigios de custodia compartida, o bien para obtener ventajas en el proceso de divorcio. Vamos, se dan excesos que se generan por simple despecho y resentimientopara incluso apartar a los hijos definitivamente de su progenitor.

Eso es en lo familiar. En el aspecto social, el hombre denunciado carga en el resto de su vida con la etiqueta de abusador sexual o golpeador de mujeres. Pierde el trabajo, amigos, familia. A veces injustamente como se ha hecho público y exhibido por el ex diputado local Marte Alejandro Ruiz Nava.

Este uso fraudulento de denuncias de malos tratos y/o abusos sexuales de un hombre contra su mujer o pareja, es una realidad que mucha gente niega, pero no por negarlo, deja de existir. No hay duda de que en la mayoría de estas acusaciones sí asiste la razón a las mujeres y soy y seré uno de los primeros en exigir protección para ellas, pero como todo en la vida, existen excepciones. Aquí debo admitir en un apunte personal que dudo que por su gorilesco perfil el “Cuau” sea una de esas excepciones.

Habrá quienes sostengan que son escasas las denuncias de hombres por sufrir maltrato de sus esposas, pero esa muy baja cifra se anida por lo general en el machismo que prevalece en México y hace de la imagen social del varón que se atreve a presentar una querella, un apocado e incapaz de defenderse.

Para ampliar esta visión, le narraré una anécdota ocurrida hace una buena cantidad de años en una oficina del Ministerio Público de Ciudad Victoria –narrada por el reportero Guillermo Guerrero– en donde un hombre tomó valor y levantó la denuncia contra la mujer con la que convivía, precisamente por golpes y malos tratos.

–¿No te da pena hacer esto?…¿Sabes lo que van a decir tus amigos, tu familia y tus compañeros de trabajo?…le dijeron quienes recibieron la queja.

–Sí lo sé, contestó la “víctima”, yo no quiero que la castiguen, lo que quiero es que cuando yo le ponga unos ching… sepan que ella fue la primera en empezar esto y no me ensarten a una celda por responder a lo que ella comenzó.

El pasaje, que dentro de lo divertido encierra un drama, es por lo que en numerosas ocasiones esto termina en tragedias. Por el “qué dirán de mí”, muchos hombres se abstienen de denunciar la violencia contra ellos y cuando se saturan, las consecuencias llegan a ser dramáticas. Conozco casos de hombres que ante el maltrato de su pareja de un día a otro salieron de su hogar y reaparecieron sólo para pedir el divorcio. En Ciudad Victoria ha habido casos sonados en ese sentido.

En resumen, me uno al clamor de castigar con todo el peso de la ley a los hombres abusadores y golpeadores de mujeres. Lassanciones deben ser tan duras como el daño que causan. No debe haber contemplaciones para esa conducta brutal.

Sin embargo, si por un lado las mujeres pelean por la equidad de género, me parece que sería justo manejarla en sentidos femenino y masculino.

Dicho lo anterior, como dice Catón, me retiro en silencio entre los abucheos del respetable…

X: @LABERINTOS_HOY