la frase popular que cita “Caras vemos, corazones no sabemos” va siendo desplazada por una evidente e incuestionable verdad que ya no puede ocultarse, la sociedad muestra ya una expresión conductual de inconformidad manifiesta, pues el deterioro político social nos está conduciendo a padecer de Anomia, concepto sociológico, popularizado por Émile Durkheim, que describe un estado de la sociedad en el que las normas y valores sociales se han degradado o perdido su efectividad.
Las normas sociales son reglas de comportamiento colectivas, aprendidas a través de la interacción social, que regulan cómo deben actuar las personas en diferentes situaciones, no son universales y varían según la cultura, el país y la época; su incumplimiento no suele acarrear sanciones legales, sino más bien rechazo social o críticas; algunos ejemplos son: hacer fila para esperar ser atendido, saludar a alguien al conocerlo, mantener la derecha al conducir
Los valores sociales son principios o creencias compartidas sobre lo que es deseable o importante para una comunidad, que guían las conductas y se usan para juzgar el comportamiento propio o ajeno; algunos ejemplos serían: el respeto, la responsabilidad, la libertad, la solidaridad, la equidad. Todos ellos proporcionan un marco para saber que es aceptable o no; son fundamentales para mantener la unión social y dar legitimidad a las leyes; pueden cambiar con el tiempo, aunque son más estables que las normas.
No es novedad el que exista un desencanto generalizado por el incumplimiento las promesas de campaña de los hombres y mujeres que buscaron en su momento desempeñar un cargo público y lograron ejercerlo con apoyo de la voluntad popular, pero en años recientes, la tolerancia y la paciencia de los ciudadanos está llegando a un punto que propicia una actitud negativa hacia cualquier otra situación, que otrora no pasaba de generar un malestar pasajero al aceptar que era motivada por inconvenientes propios de las variables de la cotidianidad; ahora los ciudadanos en su mayoría están actuando de manera más agresiva y menos racional; para no ir más lejos, en nuestra ciudad, los embotellamientos automovilísticos, debido al crecimiento desmedido del parque vehicular, las malas condiciones de las vialidades, la escasez de insumos en las dependencias, la falta de profesionalismo y compromiso social en la prestación de los servicios públicos, aunado a la difícil situación económica por la que atraviesa en el país, están siendo la gota que rebasa el vaso de la estabilidad social.
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