De niño soñaba con tener un amor sólo para mí, esto ocurrió a tan temprana edad, debido a los desencuentros familiares generados por la diferente visión que tenían mis padres de lo que significaba la vida matrimonial, de ahí que por ello, percibía que el amor que ellos me profesaban, estaba demasiado disperso como para que un niño pudiera definirlo en la forma correcta; así es que, sin pensarlo, me convertí en un soñador, que vivía construyendo en su mente escenarios maravillosos, donde todo era paz y armonía, y donde el amor, era el principal elemento con el que se alimentaban nuestras almas.

En aquella época, no sólo idealicé a los mejores padres, también llegué a hacerlo con mis hermanos, mis amigos, y cuando me llegó la etapa del noviazgo, idealicé también a la mujer que sería mi compañera de juventud y de toda mi vida, así es que, seguí imaginando por mucho tiempo, historias extraordinarias, dignas de narrarse en cuentos, novelas, e incluso en películas, formatos todos desbordantes de romanticismo, magia y fantasía.

Conforme maduraba intelectualmente, concluí, que seguir soñando me iba confinando a vivir en una frágil burbuja que amenazaba con romperse por la acción ejercida por los desencantos, producto de la interacción de tantos factores que contradicen el dicho de que se puede ser feliz con tan sólodesearlo, por ello, el siguiente paso consistió en aterrizar mis ideas, para consolidar mis anhelos, entonces me percaté del hecho de que  el amor no es un deseo, es una gran fuerza positiva promovida por la esencia espiritual que heredamos de Dios cuando fuimos creados por El,   y siendo una parte de un todo, buscará afanosamente regresar a su origen, mediante la fusión de otros elementos de la misma naturaleza, que fueron obsequiados por el Padre Creador, a los que dio en llamar hijos.

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