La posible reapertura del ingenio azucarero de Xicoténcatl alegra los corazones de alrededor de mil 200 familias de la región, que han tenido su principal sostenimiento en la operación de esa fuente procesadora de caña, que por casi tres cuartos de siglo absorbió la cosecha de la región, y que hoy tiene que ser trasladada a otros puntos geográficos para extraer de su bagazo el endulzante. Vienen los tiempos de campaña y los políticos de soluciones fáciles pueden ofrecer cosas que son irrealizables.

 Si algo van a pedir los habitantes de la zona de influencia del ingenio de Xicoténcatl, es que este sea reabra, y los candidatos a alcaldes, a diputados locales y Federales, incluso a senadores, ofrecerán la luna y las estrellas, incluyendo la apertura de esa empresa.

Sin embargo el tema es más complicado  de lo que parece, no sólo es el tema fiscal al que se acaba de referir el exdirigente campesino de la zona cañera, Florentino Aarón Sáenz Cobos, además de los poco más de mil millones de deuda que pudieran reprogramarse con la Secretaría de Hacienda en un acto de buena voluntad, la actual maquinaria o lo que queda de ella, es totalmente obsoleta por lo contaminante que resulta y su ubicación.

Reabrir el ingenio, al que nos referimos o el que sea, hoy tiene que responder a una serie de requisitos que la norma le impone. Cierto que es importante generar empleo, pero lo más importante es cuidar la salud y la sobrevivencia de los pobladores de la región.

De tal manera que la actual chatarra que está abandonada es inoperante, se requiere una maquinaria moderna costosa y que quizá ya no sea tan rentable, porque el mercado del azúcar se está reduciendo cada vez más, al utilizar sustancias sustitutas de más bajas calorías, eso frente a una población 6 millones y medio de habitantes de este país afectados por la diabetes.

De tal manera que si la añoranza del Ingenio de Xicoténcatl es la generación de empleo, hay otras alternativas siempre que los gobiernos federal y estatal tuvieran una cantidad disponible para invertir en una actividad productiva, rentable y que sea saludable.

Por lo pronto el ingenio es la panacea que muchos quieren verle cara de solución para generar prosperidad en la zona cañera de referencia.

 Usted me dirá que la reconstrucción de Acapulco y otros municipios cercanos a este, en el estado de Guerrero, se llevará todo lo que esté disponible en las arcas, y tiene toda la razón, porque los ojos de los mexicanos estarán puestos en este tema, y en caso de que la atención del gobierno federal se desvíe, los partidos de oposición se lo recordarán, es su gran oportunidad frente a las próximas elecciones.

El desvío de recursos en tareas electorales para el beneficio del partido en el poder, será reprobado, si no se cumple antes con la ayuda que demandan nuestros hermanos de Acapulco y otros municipios de Guerrero, donde hay reportes de 27 muertes que señalan los medios locales y que la vocería nacional no ha querido reconocer.

2.- Aquí viene otro tema, la disyuntiva en que se encuentra el Presidente Andrés Manuel López Obrador en este momento: continuar con su proyecto del Tren Maya o rescatar a los acapulqueños de la situación en que están. Desde el punto de vista humano lo más importante es la salud y la vida de quienes radican en ese puerto turístico.

Sabemos que los patrones de conducta se repiten, quienes perdieron todo, casa, ropa, muebles, vehículo, etc. emigrarán a otros estados o poblaciones a refugiarse con familiares y emprender una nueva vida, estos son los que ya no tienen nada que perder y que estaban acostumbrados a un nivel de vida de clase media.

Los que no perdieron nada, porque nunca han tenido nada, pueden aprovechar las ayudas humanitarias que enviarán otros países y lo que quizá proporcione el gobierno federal y lograr una oportunidad de mejorar su nivel de vida que no esperaban.

Retomando el punto de la disyuntiva que tiene frente a sí el Presidente AMLO, los 18 mil millones de pesos de que disponen para atender emergencias, a simple vista no parecen suficientes, quizá alcance para rehabilitar carreteras y los tendidos de servicio eléctrico (CFE), pero hasta ahí.

Pero las ayudas que en estos casos, en otros tiempos ha proporcionado el Gobierno de México para reparar viviendas y reactivar la economía, que representa el sustento de los habitantes, está por verse. Sobre todo con el estigma de clase fifi que se les ha endosado a los empresarios. Y claro que los hay con mucho dinero, pero el pequeño y mediano empresario es el que genera la mayor parte de empleo.

En fin, Acapulco puede convertirse para el Presidente la mejor carta en el juego político-electoral que se avecina, y en caso de no proporcionar los elementos para el rescate de la zona damnificada el recurso que lo lleve a perder lo que se veía hasta ahora como un triunfo indiscutible. Son esos eventos imponderables que en el análisis político no se les puede cerrar la puerta.