¿Cuánto tarda un hombre íntegro en torcerse? Ningún ser humano puede jactarse de ser totalmente íntegro, si acaso, la conciencia del honesto siempre será la guía que rectifique sus acciones cuando éstas empiecen a desviar su conducta; si se mantiene este valor, el visón de las cosas será lo suficientemente clara como para no dudar del camino que debe de seguir. A todos los seres humanos nos interesa el bienestar y si para lograrlo es necesario luchar por obtener un sustento económico que lo asegure, siempre se deberá tener presente que, para el logro de nuestra meta, se debe cuidar el no lesionar los derechos de los demás, ni mucho menos violentar las leyes que rigen la buena convivencia social.
No existe profesión exenta de desvío de su misión, porque en la naturaleza del que la ejerce, siempre existirán dos opciones: hacer las cosas bien o hacerlas mal. Cuando el hombre se decide por hacer el bien y su actividad se desarrolla en tierra inhóspita, le sucede lo que a la semilla del trigo que crece entre la cizaña, más temprano que tarde, encontrará en las envidias y el egoísmo, a los competidores más ruines, que intentarán frenar su avance. Dentro de las actividades que puede desempeñar cualquier profesionista está la política, donde pareciera que el perfil más adecuado para ejercerla es el del abogado; pero con título o sin título, de pronto vemos a muchas personas participando y ocupando puestos de representación popular o como servidores públicos, empeñándose en realizar su trabajo lo mejor que pueden, pero también con una gran predisposición a olvidarse del compromiso que adquieren con los ciudadanos, de velar por sus derechos y cuidar su patrimonio.
En algún momento de la vida de una persona, su frágil integridad se puede ver vulnerada al enfrentar la posibilidad de dejarse seducir por el dulce sueño del éxito, del poder, del dinero mal habido; de ocurrir, opera también la metamorfosis que despoja a nuestra especie de la parte humana. Todos sabemos que el progreso es un anhelo universal, luchar por sobresalir, no debe de llevar implícita la mancha del desprestigio profesional, mucho menos el extravío de los valores positivos.
No permitamos que la rectitud tome atajos engañosos, justificándonos por el hecho de que todo está permitido en política, siempre y cuando no ofenda la “inteligencia” de los de más arriba. Todos podemos equivocarnos, aceptarlo y rectificar, nos devuelve la oportunidad de ser íntegros.
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