Si hay algo que aprendí a partir de las oportunidades que tuve de estudiar, vivir y conocer algunos países del mundo fue la de reafirmar mi amor por el mío, y sobre todo por la ciudad de México. Creo que fue Alfonso Reyes el que dijo algo así como que “las lejanías nos curan de las cercanías”, en el sentido de que es siempre sano y estimulante tomar distancia de tu ciudad o país para poder verlos en perspectiva, y así contrastar criterios y formas de vida, y entonces luego comparar y verte en contrapunto. Justo eso sucedió después de vivir siete años fuera de México, la experiencia me permitió apreciarlo desde otra perspectiva. Octavio Paz ha dicho también que sólo estando en España te es posible terminar de comprender la historia de México, y en realidad de toda Latinoamérica. Fue él mismo quién dijo “Cuando voy a España, no siento que voy, sino que vuelvo”, haciendo referencia a lo que ya hemos mencionado en este espacio: el origen del México actual.
Hace más de 15 años que volví de Europa pude reapreciar el valor de la Ciudad de México y su cultura única, pero también su variadísima oferta cultural. No tengo duda de que se puede considerar ya como una de las capitales de mayor vitalidad cultural y artística del mundo, respecto de lo cual recuerdo ahora lo que recién me comentó una persona que se mudó a vivir a Vancouver, afirmando categórico: “es una ciudad aburrida, no tiene la oferta cultural de la CDMX”.
Según la revista Architectural Digest de mayo de 2022, la Ciudad de México encabeza, junto con Londres y París, la lista de “World Cities Culture Forum” como de las de mayor número de museos en el mundo (Londres tiene más de 200, CDMX 170 y 43 galerías, y París aproximadamente 150), lo que significa que, en el ámbito hispanoparlante, no hay ciudad que se nos compare, ni siquiera Madrid o Barcelona, es decir, que, además de ser “la capital” del mundo en español, la Ciudad de México es también “la capital cultural” de esa plataforma tan extraordinaria de aproximadamente 500 millones de personas.
Esto me recuerda la anécdota de cuando Fray Servando Teresa de Mier visitó Madrid por primera vez para quedarse decepcionado por completo, al darse cuenta de que sin perjuicio de que se tratara de la ciudad Metrópoli del imperio, no se podía comparar con la grandeza de Ciudad de México, la ciudad de los Palacios.
El fin de semana pasado pude presenciar una muestra de esta variadísima oferta cultural de la que les vengo hablando. Por un lado, he podido asistir a la inauguración de “Banda Municipal”, una galería de gestión, arte y encuentros ubicada en la colonia Condesa que abrió sus puertas con dos exposiciones en las que se reúne el trabajo de tres artistas de distintas generaciones y disciplinas (cómic, dibujo y pintura): Beatriz Ezban, María García Ibáñez y Corina Bistritsky. El lugar, ubicado en la calle de Alfonso Reyes 58, es muy atractivo, y la síntesis que se logra con esta doble exposición es sumamente interesante y sugerente.
Detrás de este proyecto está Aleida Pardo, reconocida curadora y gestora cultural, quién colaboró en el Museo Carrillo Gil, el Proyecto Siqueiros y ha sido beneficiara de la beca FONCA en la categoría de Programa de Fomento a Proyectos y Coinversiones Culturales. Banda Municipal abrió sus puertas con gran éxito, a juzgar por la calidad de la obra presentada y la cantidad de personajes del mundo de la cultura que asistieron a la inauguración, le recomiendo ampliamente, amable lector, darse una vuelta por esta nueva galería que viene a enriquecer la oferta cultural de nuestra capital.
Tres días después, asistí también al concierto de Ute Lemper, la ecléctica y prodigiosa artista alemana que se presentó el fin de semana pasado en la Sala Nezahualcóyotl, con una selección retrospectiva de su trayectoria que la ha llevado a los máximos escenarios del mundo como Londres, París, Moscú y Nueva York, así como, efectivamente, la Ciudad de México. En algún momento del concierto, Lemper hizo una afirmación entrañable y categórica, que incluso ya había mencionado en entrevista con el diario Milenio y que da en el blanco de lo que aquí quiero expresar:
“He estado en México muchas veces durante los últimos 25 años. Es un gran privilegio llevar mi música y la música que represento a esta cultura única y diferente y a su público. Es un pedazo de historia lo que represento con este repertorio que, aunque fue concebido muy lejos de México, es una importante pieza de reflexión poética de la vida, y después de todo la vida es universal en el espíritu del amor, la lucha, la guerra, la supervivencia, la opresión y la esperanza. Así que siempre amo llevar mi música a Ciudad de México porque el público es muy afectuoso, apasionado, también muy culto e intuitivo. Y es maravilloso y colorido tener estas experiencias en esa hermosa ciudad”.
Nunca mejor dicho. La Ciudad de México y su gente constituyen una metrópolis fascinante, llena de vida y arte; como cualquier capital del mundo, tiene sus problemas, pero literalmente tenemos que decir que como la Ciudad de México no hay dos.
*La autora es Secretaria General de la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión