El escenario refleja el clásico saldo del lado bueno y el lado malo.

Me refiero al balance hasta ahora observado, derivado de los cercanos comicios realizados en Tamaulipas, en donde en la percepción de su servidor se pueden visualizar  dos caras. Cercanas y a la vez distantes.

Como dije, la buena y la mala.

La primera, la positiva, es el comportamiento hasta ahora seguido por la gran mayoría de los alcaldes triunfadores, en los cabildos donde se dieron relevos de personas y partidos.

En la generalidad, los nuevos ediles dejaron atrás la campaña poblada de deslegitimaciones y señalamientos para asumir su papel de autoridades. Han mostrado casi todos que la madurez política es indispensable para gobernar para todos. Por lo menos en la forma.

La prueba de lo anterior son las transiciones de gobiernos, que se están dando en forma tersa y sin cargas partidistas que en ocasiones desde los inicios de un mandato dividen a una comunidad. Ojalá que esa postura sea permanente y prevalezca en el fondo.

Y ahora, lo indeseable.

El segundo rostro, el malo, el oscuro, es el que ofrecen los diputados electos que están a punto de ser la mayoría en el Congreso del Estado.

No pretendo ofender a nadie, pero hasta ahora no he escuchado a ninguno de ellos y ellas hablar sobre los cambios, reformas o adaptaciones de la ley, pensadas en función del interés público y de las necesidades socioeconómicas de la Entidad.

Prácticamente todos se han mostrado como integrantes de un equipo de policías, jueces y hasta verdugos anticipados, en lo que se refiere a sus futuras responsabilidades.

Es difícil encontrar una voz mesurada en ese entorno. El común denominador en sus declaraciones es el anuncio de persecusiones e investigaciones sobre quienes están a punto de dejar sus puestos. Hasta las reformas que presuntamente apoyarán según sus propias palabras, están contaminadas por revanchismos y alejadas de fortalecer el Estado de Derecho, primera obligación de un Poder Legislativo.

En este truculento escenario, me imagino a los nuevos diputados locales en la víspera de ocupar sus curules.

En lugar de preparar códigos, reglamentos, consultas o análisis de las peticiones y necesidades de los ciudadanos, estarán afilando hachas, tensando sogas para ahorcamientos, tejiendo sus capuchas y pidiendo copias de las llaves de los reclusorios.

Eso quisieron, eso tienen…

UN “BORRACHO” EN MORENA

¿Alguien puede callar a Mario Delgado, todavía dirigente formal de MORENA en el plano nacional?

Sus estridencias, sus alegatos fuera de la razón, sus argumentos intrascendentes y su empeño por quedar bien con quien manda en ese partido para permanecer en el puesto, lo hace una presencia indeseable hasta para sus propios correligionarios partidistas. Nadie lo soporta.

Me recuerda este sujeto al borracho que nunca falta en una fiesta, el cual quiere opinar de todo, cantar con el grupo musical, dar el brindis por el o los festejados y se mete en todas las conversaciones, con el mismo resultado: Nadie le hace el menor caso y todos lo desprecian.

Decídanse ya morenistas. Desháganse de ese lastre y dense un respiro. Y al resto quítennos de encima a esa monserga diaria.

Quién iba a decir que aquel reclamo ¡“Cállate chachalaca”! terminaría por caerle como anillo al dedo al mismísimo líder nacional de esa corriente política…

LA FRASE DEL DÍA

“Yo no hablo de venganzas ni perdones, el olvido es la única venganza y el único perdón”…

Jorge Luis Borges

 

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