En los hechos, la “judicialización” del proceso electoral ya clavó sus primeras picas en Tamaulipas.

Desde los albores de este ejercicio cívico que en el año entrante definirá en las urnas un golpe de timón en el rumbo nacional y el reemplazo de sillas municipales, este escenario, conocido en la jerga electoral como “triunfos en la mesa”, era y sigue siendo un futuro evidente.

Quejas de partidos –en especial de Acción Nacional– contra el Instituto Estatal del ramo, denuncias de presuntos mítines bajo sospecha de campañas anticipadas y señalamientos sobre supuestos manejos de recursos oficiales en promoción de la imagen de funcionarios públicos, han formado entre otros aspectos un panorama que difícilmente podrá eludirse en el Estado durante las acciones proselitistas de los candidatos y por supuesto, después de ellas.

Ayer, una determinación del Consejo General del Instituto Nacional Electoral, conocido como INE por sus siglas, aportó otro elemento, que no por viejo deja de ser preocupante.

Me refiero a una exhibición de desconfianza en sus propias filas, representadas en este caso por las autoridades estatales en ese ámbito. Desde la cúpula de la institución, el INE revocó el nombramiento de Alfonso Torre Carrillo como Secretario Ejecutivo del IETAM, designado apenas unos días atrás.

Sin duda, la decisión del Consejo General de ese organismo, como señalé líneas arriba, se deriva de la desconfianza, pero en ese terreno habría que analizar hacia dónde dirigió el INE sus baterías.

¿Quién o quiénes son el polo receptor de esas dudas?

Aventuraré una opinión, si me permiten.

Hasta ahora, el IETAM había salido airoso de diversas pruebas. Los señalamientos de sus malquerientes, quedó claro, germinaron en intentonas de burdos lucimientos partidistas o del manoseado recurso de “enloda, que algo quedará”. Para la gran mayoría, sus integrantes siguen siendo depositarios de una necesaria credibilidad en su apego a la ley.

Curiosamente, el primer escándalo real se dio hasta el reemplazo del Secretario Ejecutivo. Como en bloque, el señor Torre Carrillo unificó a casi todos, pero en su contra.

No pretendo especular sobre la posible vinculación de este personaje con un partido o con el poder en turno, pero su designación se dio en un marco de sospecha que le hacía un daño grave al instituto electoral y mermaba el nivel de confianza de ciudadanos y partidos en sus decisiones.

En estas circunstancias, la decisión del INE arroja una paradoja: No es lo mismo justo que correcto. Trataré de explicar esta visión personal:

Tal vez sea injusta la remoción del ahora ex Secretario Ejecutivo del IETAM, pero tengo la certeza que es correcta.

Si el Instituto Nacional Electoral hubiera minimizado las protestas y denuncias de los representantes de partidos, en mi percepción hubiera cometido un error garrafal, por dos razones.

La primera es que hubiera minado la credibilidad del IETAM, indispensable para un proceso democrático como el que asoma.

La segunda es más escabrosa.

Si dentro del campo de posibilidades, como se ha dicho, se dio “mano negra” en la sustitución del puesto en conflicto, el INE hubiera dejado la puerta abierta para que esa práctica prosiguiera. Si eso fuera cierto, al cabo de unos días, semanas o meses, los demás consejeros, incluido el Presidente, hubieran corrido el riesgo de ser reemplazados “por haberse portado mal”.

El INE cortó por lo sano, como asienta un viejo aforismo, para evitar que una posible enfermedad atacara a todo el cuerpo, con lo cual validó otra frase que en política es una regla de oro:

Piensa mal. Y acertarás…

@LABERINTOS_HOY