Llega un momento en tu vida, en el cual te encuentras buscando desesperadamente un lugar donde puedas significar algo más que el concepto literal de las definiciones de las palabras con las cuales se te califica como persona.
Si tu padre te dijo hijo, mucho hubieses querido, que el término estuviera impregnado por la esencia del amor con el que te gustaría que te hubiese amado, porque al no hacerlo, y no sentirlo, tendrás que llevar contigo la sensación ingrata de tener un vacío en tu interior.
Si te dijeron hermano, ojalá no hubiese habido rivalidades por no respetar las diferencias por competir por banalidades que generaron la desconfianza, y con ello, la imposibilidad de poder acceder al verdadero amor fraterno.
Si te dijeron esposo y entregaste el resto de tu ser, se te olvido que en esa clase de relación intervienen muchas variables para frustrar tus sueños, porque el amor de esposos no es un juego y si te amaron con verdadero fervor en un principio y pensaste llenar con ello el vacío que te dejaron en otro tiempo, verías la equivocación, al nacer tu primer hijo, porque el amor de madre rebasa con mucho al amor que se le tiene al que de pronto le regresó su calidad de extrañó y que solía llamar esposo.
Si te dijeron amigo, inseparable hubieses querido que fuese la fraterna relación, más el tiempo resolverá lo indefinido, en ocasiones, con el rompimiento emocional, otras con el olvido.
Llega un momento en tu vida, que tienes que vivir, y no sólo estar pensando, porque no se le da gusto a lo que es diferente, a veces, resulta mejor seguir de frente, porque en el gusto de la gente, suele estar aquél que simula no necesitar ser amado, sólo necesita del tiempo, para parecer que eres, quien la gente quiere que seas, y por ello, no tengas inconveniente desaparecer de sus vidas como si nada.

Correo electrónico:
enfoque_sbc@hotmail.com