Todo en la vida requiere esfuerzos para llegar al triunfo. Únicamente aquellos que son hijos de gente pudiente, y que acostumbran a dar a sus herederos en bandeja de plata todo no pudieran encajar en el anterior pensamiento, pero somos de la idea de que, para vivir en un buen lugar, tenemos que merecerlo, luchar por ello y mantener ese estatus.
Mucho hay que decir y hacer cuando se trata del sitio en que hemos nacido o vivido toda la vida, y que hemos convertido en el terruño propio. Tal es el caso de Victoria, la capital de Tamaulipas que. A pesar de todo lo que hemos vivido, sigue siendo la joya que todos los tamaulipecos avivamos y apreciamos.
Los victorenses nos sentimos orgullosos de nuestras raíces y las defendemos. Nunca seremos tampiqueños, reynosenses, matamorenses o sanfernandenses, por citar solo algunos gentilicios regionales: seremos los de Victoria, los victorenses, los cuerudos, y eso lo llevaremos siempre que queramos y sepamos defenderlo.
Este sábado Victoria se ha vestido de gala con muchos eventos que iniciaron un día antes con la magistral charla de nuestro cronista Francisco Ramos Aguirre y los eventos protocolarios del día 6, en donde sobresalió no uno o dos políticos o servidores, sino el amor irrefrenable que mucha gente ha mostrado en redes sociales, en la calle y en su existencia.
Honrar a Victoria es darle el lugar que le corresponde en el entorno estatal, y dignificar su presencia y existencia con acciones adecuadas y positivas. Respetar sus arterias y no derramar desperdicios, cuidar los recursos naturales, como es el agua que tanta falta hace en ciertas épocas del año, o cuidar lo poco que nos queda de su arbolado, otrora prolífico, y hoy motivo de una gran preocupación ante el avance desmedid del calentamiento global que no aqueja y del que ya somos víctimas.
Ya sufrimos este año calores insospechados, muy extremos, y las temporadas de cada cambio climático han cambiado por el desequilibrio al que hemos orillado a nuestra querida Victoria.
Es justo decir que no somos los únicos: el desequilibro ambiental y ecológico es mundial producto de la inconsciencia del ser humano y la apatía de todos: autoridades, grupos sociales, industriales, ciudadanos y más.
Y no se trata de buscar culpas y encontrar culpables: se trata de mejorar para mejorar, de ser mejor que ayer cada día, y de pensar que el sitio donde vivimos es donde se desenvuelven nuestros hijos, por lo que hay razones de más para tener que cuidarlo y mantener su estatus.
Es Victoria aquella joya que una vez hizo poesía Lupita Abraham de Ramírez con su inolvidable pieza “Quiero a Victoria Chiquita”, o las que Francisco de P. Arreola compuso, o María de los Angeles Guillén de Haces, por nombrar solamente a una pequeña parte de la enorme lista de enamorados de Victoria, hijos suyos, naturales y adoptivos, que parte de su corazón arrancaron para dejar testimonio poético para nuestra Victoria de todos los días.
Lo que hemos de aprender y pedir a todos los que vivimos aquí es respetar su jerarquía de capital tamaulipeca, de hija que yace junto a la Sierra Madre, del lugar que elegimos para vivir y desarrollarnos.
Es Victoria ese punto de encuentro con nuestros seres amados y la historia, con parte de la tranquilidad que nos han arrancado pero que nos hemos resistido a ceder.
Es la Victoria de todos nosotros la que cumple años, y es la que, este sábado, la autoridad y ciudadanía se han unido para reconocer su edad y su progreso, que ha llegado gracias al esfuerzo de cada uno de sus hijos, y al honor que se ha sabido ganar a través del tiempo, logrando que sea una ciudad representada adecuadamente y digna de todos nosotros, sus hijos victorenses.
En una fecha tan especial, que viva Victoria para todos y que lo siga haciendo por todos. El mejor homenaje es cuidar nuestro enorme y hermoso patrimonio cuerudo.
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