El sábado primero de octubre inició un nuevo sexenio en Tamaulipas con la toma de protesta del Doctor Américo Villarreal Anaya como nuevo gobernador del estado. Ha llegado la cuarta transformación al estado. Un cambio es la acción de transformar una cosa en otra, abandonar una cosa o situación por otra, pero ¿Qué podemos esperar de este cambio democrático?
Los retos serán muchos; narcotráfico, violencia, crimen organizado y tráfico de armas; migración y seguridad del estado; intercambio comercial; cooperación interestatal y derechos humanos. En todos estos casos el gobierno entrante tiene que plantear soluciones políticas y diplomáticas. En el análisis de la coyuntura política, económica y social que hereda la nueva administración caracterizada por la creciente violencia y la inseguridad, lo que implica poner el tema de las estrategias de seguridad y la defensa de los derechos humanos como un tema imprescindible, si se quiere generar un ambiente de paz y de reconciliación que contribuya a reconstruir el tejido social, tan dañado en nuestro estado.
El combate a la corrupción, sin duda, debe de ser la piedra angular y la esencia de este gobierno. Deben de frenar los moches, las empresas fachadas, el cohecho, el amiguismo, tráfico de influencias, persecuciones políticas, entre otros delitos para que se pueda ver realmente las diferencias entre los que se van y los que llegan. En dado caso de que no sucediere sería una ¡pena enorme!
El conocer la administración pública mejora con mucho las perspectivas de éxito del nuevo gobierno, sin embargo, a pesar de contar con experiencia, es muy fácil dejarse llevar por las malas prácticas en la administración pública. En la administración saliente hubo buenos y malos funcionarios como en todas las administraciones, si, y si alguno cometió un ilícito que pague conforme a la ley, pero que también les sirva de lección a todos los nuevos funcionarios para que no cometan los mismos errores que sus predecesores.