La frase es una especie de bienvenida para quienes acuden a su primera cita en el grupo Alcohólicos Anónimos.

De pie frente a la concurrencia, de cara a quienes sufren las mismas consecuencias, el saludo del nuevo integrante son unas pocas palabras, pero que encierran la esencia de lo que será su tratamiento. El nombre es lo de menos:

“Soy Luis, Miguel o Felipe. Y soy alcohólico”.

¿Por qué la trascendencia de esta confesión pública?

Porque para resolver el problema, lo primero que se debe reconocer es que existe ese problema.

Parece algo sencillo, pero es terriblemente difícil, porque la naturaleza humana bloquea la aceptación voluntaria de nuestros defectos y de nuestros errores: nos lleva por caminos retorcidos para encontrar pretextos y supuestos argumentos que nos exculpen y nos hagan eludir la responsabilidad de esos yerros.

Pongo sobre la mesa este pasaje, por lo que hoy sucede con el tema de la Consulta Pública que acaba de llevarse a cabo el pasado 1 de agosto sobre un posible juicio a ex presidentes de la República y cuyos tesultados todos conocemos.

¿Cómo se relaciona la frase de los AA con esa encuesta?

Para su servidor es evidente: En la necesidad de admitir que no siempre seguimos el camino adecuado y al aceptar la equivocación enmendar el camino, estrategia o acciones. Trazar nuevas rutas, remover lastres, reemplazar piezas, ajustar objetivos, es fundamental en cualquier empresa para rescatarla de sus tropiezos. Y el quehacer público no es una excepción.

Es evidente que la consulta sobre los ex mandatarios fue intéadecuada. Partió de una base ilegal y necesariamente terminó igual. Pero eso no es la prueba de que la experiencia de una consulta sea incorrecta.

¿Entonces no es lo mismo inadecuada que incorrecta?

En mi percepción, aunque ligados, los términos no son sinónimos.

Las consultas son un ejercicio saludable en términos éticos y democráticos, lo cual las hace correctas, pero como en el caso de los presidentes, su origen ilegítimo y objetivos políticos más que jurídicos  la hacen inadecuada y la hacen perder todo su valor.

Es inaceptable que se pretenda aplicar la ley violando a la misma y es inadmisible que se mantenga una postura a todas luces equivocada.

Quien escribe le da la bienvenida a las consultas públicas, pero siempre dentro del marco del Derecho, apegadas a la ley que en teoría buscamos que se cumpla y sin maridajes partidistas que las hagan facciosas.

Discrepo de que estos ejercicios llegaron para quedarse. No en estas condiciones por lo menos.

Si no se entiende lo anterior, si no se reconocen los errores, en cada edición de las mismas se dará una palada más a sus tumbas. Es como dicen los abogados en cuanto a un destino manifiesto, un resultado fatal.

Cuidado con buscar sólo lo correcto. La moral ciertamente acuna a la ley, pero siempre se debe luchar porque no la sustituya…

 

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