Me causa grima aceptarlo, pero debo hacerlo.

Por esta ocasión, coincido con el pillo de siete suelas que es Pedro Ferriz de Con, quien demandó a la autoridad electoral que no se permita el registro de los candidatos independientes –de los cuales él formó parte– por el engaño o intento del mismo cometido por los tres “finalistas”, en la integración de su paquete de apoyos para alcanzar el mínimo de respaldos ciudadanos que la ley en la materia les exige.

Los integrantes de este trío, sin excepción alguna, están involucrados en ilícitos reconocidos ya por el Instituto Nacional Electoral, violaron en forma flagrante la normatividad y cometieron en menor o mayor medida, se debe hablar en plata limpia, una estafa. Este día les serán notificados.

Todos, Margarita Zavala, Armando Ríos Piter y Jaime Rodríguez incluyeron firmas falsas, credenciales adulteradas, datos duplicados, apoyos de personas que ya no existen en el listado y una serie de anomalías que el INE llama en forma elegante “inconsistencias”, pero que en lenguaje llano deberían calificarse como intentos de fraude, que mantiene en el borde del adiós a los dos varones.

Demonios, trataron de violar la ley y lo hicieron. Y vaya usted a saber cuántos documentos más de los presentados pasarán “por bobos” en los vericuetos de la revisión de los mismos. Y la pregunta sería:

¿Cómo se le llama a quien comete un delito?

Sí, delincuente.

Habrá quien opine que es dureza excesiva endosarles esa definición, pero si fueron capaces de engañar, maquillar y adulterar datos para lograr el registro no quiero imaginar de qué serían capaces, si alguno de ellos fuera electo Presidente, en el ejercicio de esa responsabilidad.

Insólito, pero en estos casos sí deberían escuchar a Ferriz de Con…

 

SALTIMBANQUIS

Muchos valores se han perdido gracias a la política y en su lugar privan sus antítesis, los “antivalores”.

Forman una larga fila los atributos que se han ido quedando en el camino, pero uno de ellos, después de sufrir amagos esporádicos, parece haber recibido en el actual proceso electoral lo que el lenguaje popular define como “puntilla” o lo que en la tauromaquia llaman “descabello”.

Me refiero a la lealtad.

Durante muchos años fue la piedra angular de los partidos políticos. Hay tantos como variados ejemplos de esa cualidad, pero sólo se les evoca en discursos y arengas porque en los hechos se les ha olvidado.

Lance una ojeada a lo que sucede en ese terreno, en donde por supuesto Tamaulipas no es una excepción.

Algunos priístas se cambian a  MORENA, varios panistas se visten ahora de verde, blanco y rojo; los del PRD se van también a MORENA o aparecen en Movimiento Ciudadano; los verdes ecologistas se imponen ropajes panistas y lo mismo hacen los del PANAL, que un día amanecen priístas, al medio día son de Acción Nacional y se acuestan coqueteando con las huestes de Andrés Manuel López Obrador.

Demonios, ya resulta difícil saber en cuál partido militan, en un aberrante camaleonismo que obliga cada mañana a buscar en los medios quién es el “chapulín” del día.

Deben existir casos en que el cambio responda a una romántica percepción de lo que debe ser un partido político, pero por desgracia la inmensa mayoría de esos saltimbanquis y maromeros sólo buscan una posición en algún Congreso, en alguna presidencia municipal o en alguna gubernatura.

Y aún así, con la etiqueta de la traición encima, se dan baños de pureza.

Uff…

 

Twitter: @LABERINTOS HOY