El mimetismo, de acuerdo con la RAE, es la “propiedad que poseen algunos animales y plantas de asemejarse a otros seres de su entorno” o la “adopción como propios de los comportamientos y opiniones ajenos”.
El mimetismo, en política, se suele utilizar en tres circunstancias: para defenderse de un entorno hostil o de riesgo; para despistar a la presa y lanzarse sobre ella en un momento de distracción o sorpresa, o para seducir al adversario, infiltrarlo y luego tomarlo por asalto.
El camaleón es el clásico ejemplo del mimetismo. De algo le ha servido, porque gracias a ello ha sobrevivido desde el Paleoceno la friolera de 56 millones de años.
El Frente Nacional Anti-AMLO o FRENAAA ha tomado la decisión camaleónica de imitar a AMLO. Tiene una sola demanda: la renuncia del presidente López Obrador, y su salida de Palacio Nacional.
Es algo que este grupo ha venido solicitando desde hace unos meses, cada semana, en diversas plazas del país, con plena libertad de expresión y el entero disfrute de sus derechos políticos.
Sólo que este fin de semana cambió de estrategia. Dejó la protesta motorizada, cada vez más menguante y menos motivante, por la anticlimática y sorpresiva decisión de protestar con las formas, modas y modales de quien presuntamente aborrecen, repudian y “vomitan”, según expresión de sus dirigentes.
De manera especial, FRENAAA retomó dos recursos de protesta que parecían potestad exclusiva de la izquierda en México: la ocupación del Zócalo y el plantón sobre Avenida Juárez, con casas de campaña. La primera, con una clara connotación española, que remite al exitoso —en su momento— movimiento de los “indignados”, y el segundo, con una innegable denotación autóctona, lopezobradorista.
Al recurrir a estas dos formas de resistencia civil pacífica de la izquierda, FRENAAA las legitima y valida. Ya no son patrimonio de la “izquierda revoltosa”, sino de la ciudadanía en general. Forman parte de la normalización de la protesta…, con todo y sus costos políticos (recuerdo que, en el 2006, precisamente en la ocupación del Zócalo y en el plantón de Reforma se incubaron los “negativos” que acompañaron a AMLO en sus campañas posteriores).
Por otra parte, al imitar estas formas de protesta, la comparación es inevitable. Se podrá evaluar duración, consistencia y persistencia de cada uno de ambos movimientos disímbolos. Veremos de qué están hechas las dos opciones. No se trata de comparar desatinos, sino de contrastar apoyos ciudadanos.
Asimismo, no deja de ser una paradoja que, para promover la renuncia del presidente AMLO, FRENAAA imite las movilizaciones y actitudes del activista y luchador social AMLO. Se entiende la intención: convertirse en némesis del presidente; pero también está el riesgo de terminar como su “mémesis”, es decir, reducidos a “memes” o a una edición pirata de la versión original.
Por cierto, quienes participamos en aquellos actos de resistencia civil pacífica del 2006 hubiésemos deseado haber disfrutado de las libertades, garantías y coberturas informativas positivas de las que hoy disfruta FRENAAA, para no hablar de la oportunidad histórica de la revocación del mandato presidencial que estrenaremos dentro de dos años.
Bienvenida entonces la reconversión camaleónica de los antilopezobradoristas. Sólo hay que tener presente que, en la evolución de las especies, el pejelagarto le lleva algunos años de ventaja y sobrevivencia al camaleón.
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